¿Qué es el evangelio?

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El término "evangelio" se deriva de la palabra en inglés antiguo "godspel", que significa "buenas noticias" o "buenas nuevas". En el contexto del cristianismo, el evangelio se refiere a las buenas nuevas de Jesucristo: Su vida, muerte, resurrección y la salvación que ofrece a la humanidad. Este mensaje es central en el Nuevo Testamento y está encapsulado en los cuatro Evangelios canónicos: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Cada uno de estos libros proporciona una perspectiva única sobre la vida y el ministerio de Jesús, pero todos convergen en las mismas verdades fundamentales que definen el evangelio.

El evangelio comienza con la comprensión de la condición humana. Según la Biblia, todos los humanos son pecadores. Romanos 3:23 dice: "por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios". Este pecado nos separa de Dios, quien es santo y justo. La consecuencia del pecado es severa, como advierte Romanos 6:23: "Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor". El evangelio aborda esta situación desesperada ofreciendo una solución a través de Jesucristo.

Jesucristo, el Hijo de Dios, vino al mundo como plenamente Dios y plenamente hombre. Su nacimiento fue milagroso, nacido de la Virgen María, cumpliendo numerosas profecías del Antiguo Testamento. Su vida estuvo marcada por la ausencia de pecado y la obediencia perfecta al Padre. En su ministerio, Jesús enseñó sobre el Reino de Dios, realizó milagros y demostró el amor y el poder de Dios. Sin embargo, el clímax de su misión fue su muerte sacrificial en la cruz. Como lo resume 1 Corintios 15:3-4: "Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras, y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día conforme a las Escrituras".

La muerte de Jesús no fue simplemente un evento trágico, sino una transacción divina. Él cargó con los pecados de la humanidad, tomando sobre sí el castigo que merecíamos. Isaías 53:5 profetizó esto, diciendo: "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados". A través de su muerte, Jesús satisfizo la justicia de Dios, haciendo posible que nos reconciliemos con Él.

Sin embargo, el evangelio no termina con la muerte de Jesús. Su resurrección es igualmente esencial. Al tercer día, Jesús resucitó de entre los muertos, venciendo al pecado y a la muerte. Este evento es la piedra angular de la fe cristiana, como enfatiza Pablo en 1 Corintios 15:17: "Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados". La resurrección significa que Jesús es verdaderamente el Hijo de Dios, con poder sobre la vida y la muerte, y asegura a los creyentes su futura resurrección y vida eterna.

La salvación, por lo tanto, es un regalo de Dios, hecho posible a través de Jesucristo. Efesios 2:8-9 aclara: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". Esta gracia se accede a través de la fe: confiando en Jesucristo como Señor y Salvador, arrepintiéndose de los pecados y comprometiéndose a seguirlo. Juan 3:16, uno de los versículos más conocidos, lo resume bellamente: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".

Las implicaciones del evangelio van más allá de la salvación individual. Llama a los creyentes a una nueva vida marcada por la transformación y la búsqueda de la santidad. Romanos 12:1-2 insta: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". Esta transformación es obra del Espíritu Santo, quien habita en los creyentes, guiándolos y capacitándolos para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.

Además, el evangelio tiene un aspecto comunitario. Crea una nueva comunidad, la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo. Los creyentes están llamados a amarse unos a otros, servirse unos a otros y dar testimonio al mundo. Jesús comisionó a sus seguidores a "ir y hacer discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado" (Mateo 28:19-20). Esta Gran Comisión subraya la naturaleza global y misional del evangelio.

El evangelio también ofrece esperanza frente al sufrimiento y la injusticia. Promete que Jesús regresará para establecer su Reino plenamente, trayendo justicia, paz y restauración. Apocalipsis 21:4 da un vistazo a esta esperanza futura: "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron". Esta esperanza escatológica motiva a los creyentes a soportar las dificultades y a trabajar por la justicia y la reconciliación en el presente.

En resumen, el evangelio es las buenas nuevas de Jesucristo, abordando la condición humana del pecado y ofreciendo salvación a través de su vida, muerte y resurrección. Llama a los individuos a la fe y al arrepentimiento, prometiendo vida eterna y transformación. Crea una nueva comunidad, la Iglesia, y la comisiona para difundir estas buenas nuevas hasta los confines de la tierra. Ofrece esperanza para el futuro, asegurando a los creyentes el regreso de Cristo y la restauración final de todas las cosas. Este mensaje es el corazón del cristianismo y la base sobre la cual los creyentes construyen sus vidas.

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