¿Qué preguntas hizo Jesús en los Evangelios?

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Los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan están repletos de instancias en las que Jesús hizo preguntas. Estas preguntas no eran meras indagaciones para obtener información; más bien, eran herramientas profundas utilizadas por Jesús para enseñar, provocar el pensamiento, desafiar suposiciones y revelar verdades más profundas sobre Dios, la humanidad y el Reino de los Cielos. Las preguntas de Jesús a menudo servían para involucrar a sus oyentes, tanto a sus discípulos como a sus adversarios, de una manera que fomentaba la introspección y el crecimiento espiritual. Exploremos algunas de estas preguntas, sus contextos y sus implicaciones.

Una de las preguntas más significativas que Jesús hizo se encuentra en el Evangelio de Mateo: "Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo?" (Mateo 16:15, ESV). Esta pregunta fue planteada a sus discípulos en la región de Cesarea de Filipo. Antes de esto, Jesús les había preguntado qué decían otros sobre su identidad. Los discípulos informaron varias opiniones, como Juan el Bautista, Elías, Jeremías o uno de los profetas. Sin embargo, Jesús les dirigió la pregunta personalmente, obligándolos a confrontar su propio entendimiento y creencia. La respuesta de Pedro, "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente" (Mateo 16:16, ESV), sirve como un momento crucial en los Evangelios, destacando el reconocimiento de la identidad y misión divina de Jesús. Esta pregunta no es meramente histórica, sino que sigue siendo relevante para cada creyente, desafiando a cada persona a lidiar personalmente con la identidad de Jesús.

Otra pregunta profunda se registra en el Evangelio de Juan cuando Jesús se encontró con un hombre que había sido inválido durante treinta y ocho años. Jesús le preguntó: "¿Quieres ser sanado?" (Juan 5:6, ESV). A primera vista, esta pregunta podría parecer innecesaria, ya que la condición del hombre era evidente. Sin embargo, la pregunta de Jesús profundizó más, sondeando los deseos del hombre y su disposición para el cambio. Invita a los lectores a considerar su propia disposición a aceptar la sanación y la transformación, reconociendo que la verdadera sanación a menudo requiere estar dispuesto a dejar atrás patrones familiares pero debilitantes.

En el Evangelio de Marcos, Jesús hizo una pregunta que desafió a los líderes religiosos de su tiempo: "¿Es lícito en sábado hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o matar?" (Marcos 3:4, ESV). Esta pregunta surgió en el contexto de Jesús sanando a un hombre con una mano seca en sábado. Los fariseos lo observaban de cerca, esperando acusarlo de quebrantar la ley del sábado. La pregunta de Jesús expuso su hipocresía y prioridades equivocadas, enfatizando que el sábado, un día destinado al descanso y la adoración, no debería ser una excusa para descuidar actos de compasión y misericordia. Esta pregunta invita a los lectores a reflexionar sobre sus propias actitudes hacia la observancia religiosa y el corazón de los mandamientos de Dios.

Una de las preguntas más conmovedoras que Jesús hizo se encuentra en el Evangelio de Mateo durante su crucifixión: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mateo 27:46, ESV). Esta pregunta, citando el Salmo 22, expresa la profundidad del sufrimiento de Jesús y su sentido de abandono mientras cargaba con el peso de los pecados de la humanidad. Subraya la realidad de su experiencia humana y el profundo misterio de la Encarnación, donde Jesús, completamente Dios y completamente hombre, experimentó las profundidades de la angustia humana. Esta pregunta resuena con cualquiera que alguna vez se haya sentido abandonado o desamparado, ofreciendo una conexión profunda con el Salvador sufriente que entiende nuestro dolor más profundo.

En el Evangelio de Lucas, Jesús hizo una pregunta que reveló las prioridades de sus oyentes: "¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perderse o arruinarse a sí mismo?" (Lucas 9:25, ESV). Esta pregunta desafía la búsqueda del éxito mundano y la ganancia material a expensas del alma de uno. Llama a los lectores a considerar el verdadero valor de sus vidas y las consecuencias eternas de sus elecciones. La pregunta de Jesús sirve como un recordatorio atemporal de la importancia de alinear la vida de uno con los propósitos de Dios y buscar tesoros que perduren más allá de esta existencia terrenal.

Otra pregunta que invita a la reflexión se encuentra en el Evangelio de Juan cuando Jesús se apareció a María Magdalena después de su resurrección: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?" (Juan 20:15, ESV). María, en su dolor, no reconoció inicialmente a Jesús. Sus preguntas redirigieron suavemente su enfoque y la prepararon para la revelación de su resurrección. Estas preguntas invitan a los lectores a considerar sus propias fuentes de tristeza y el objeto de su búsqueda. Nos recuerdan que en nuestros momentos de desesperación, Jesús nos encuentra, a menudo de maneras inesperadas, para ofrecer esperanza y nueva vida.

En el Evangelio de Marcos, Jesús planteó una pregunta a sus discípulos que destacó la naturaleza de la verdadera grandeza: "¿De qué discutíais en el camino?" (Marcos 9:33, ESV). Los discípulos habían estado discutiendo sobre quién entre ellos era el más grande. La pregunta de Jesús expuso su espíritu competitivo y proporcionó una oportunidad para enseñarles sobre la humildad y el servicio. Continuó diciendo: "Si alguno quiere ser el primero, debe ser el último de todos y el servidor de todos" (Marcos 9:35, ESV). Esta pregunta desafía a los lectores a examinar sus propias ambiciones y actitudes hacia el liderazgo y el servicio, llamándolos a abrazar los valores contraculturales del Reino de Dios.

Otra pregunta significativa se encuentra en el Evangelio de Juan cuando Jesús preguntó a sus discípulos: "¿También vosotros queréis iros?" (Juan 6:67, ESV). Esta pregunta surgió después de que muchos de sus seguidores encontraran sus enseñanzas difíciles y decidieran irse. La respuesta de Pedro, "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna" (Juan 6:68, ESV), refleja un profundo reconocimiento de la autoridad única de Jesús y el poder vivificante de sus palabras. Esta pregunta invita a los lectores a considerar su propio compromiso con Jesús, especialmente cuando enfrentan desafíos y dudas, y a reafirmar su confianza en Él como la fuente de vida eterna.

En el Evangelio de Mateo, Jesús hizo una pregunta que abordó el tema de la fe y la duda: "¿Por qué dudaste?" (Mateo 14:31, ESV). Esta pregunta fue dirigida a Pedro después de que intentara caminar sobre el agua hacia Jesús pero comenzara a hundirse al ver el viento y las olas. La pregunta de Jesús destaca la importancia de la fe y la confianza en Él, incluso en medio de las tormentas de la vida. Anima a los lectores a examinar las fuentes de sus dudas y a cultivar una fe firme que mire a Jesús como el ancla de sus almas.

Otra pregunta que revela la preocupación de Jesús por los marginados se encuentra en el Evangelio de Lucas: "¿Cuál de estos tres, piensas, demostró ser el prójimo del hombre que cayó en manos de los ladrones?" (Lucas 10:36, ESV). Esta pregunta fue planteada después de que Jesús contara la parábola del Buen Samaritano. El abogado que había preguntado a Jesús, "¿Y quién es mi prójimo?" (Lucas 10:29, ESV), fue desafiado a reconocer que la verdadera vecindad trasciende las fronteras étnicas y religiosas. La pregunta de Jesús llama a los lectores a encarnar un amor que sea inclusivo y compasivo, llegando a aquellos en necesidad sin importar su origen.

En el Evangelio de Juan, Jesús hizo una pregunta que reveló el corazón de la adoración: "Mujer, créeme, la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre" (Juan 4:21, ESV). Esta pregunta fue parte de la conversación de Jesús con la mujer samaritana en el pozo. Continuó explicando que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Esta pregunta y su contexto desafían a los lectores a ir más allá de los rituales externos y a cultivar una relación genuina y sincera con Dios.

Una de las preguntas más reconfortantes que Jesús hizo se encuentra en el Evangelio de Mateo: "¿No se venden dos gorriones por un centavo? Y ni uno de ellos caerá a tierra sin vuestro Padre. Pero aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos gorriones" (Mateo 10:29-31, ESV). Esta pregunta retórica asegura a los creyentes del conocimiento íntimo y el cuidado de Dios por ellos. Invita a los lectores a confiar en la providencia de Dios y a encontrar seguridad en su amor.

En resumen, las preguntas que Jesús hizo en los Evangelios están llenas de significado y propósito. Sirven como poderosas herramientas para enseñar, desafiar y consolar a sus oyentes. Cada pregunta invita a los lectores a involucrarse profundamente con su fe, a reflexionar sobre sus propias vidas y a acercarse al corazón de Dios. A través de estas preguntas, Jesús continúa hablándonos, invitándonos a una relación transformadora con Él.

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