¿Qué promete Jesús a aquellos que dejan todo para seguirlo?

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Cuando Jesús llamó a sus discípulos a seguirlo, no endulzó el costo del discipulado. Dejó claro que seguirlo requeriría sacrificio, compromiso y disposición para dejar atrás lo familiar y cómodo. Sin embargo, Jesús también hizo promesas profundas a aquellos que estaban dispuestos a dejar todo para seguirlo. Estas promesas no solo son relevantes para sus discípulos inmediatos, sino también para todos los que eligen seguirlo hoy.

En el Evangelio de Mateo, Jesús aborda este mismo tema con sus discípulos. Pedro, hablando en nombre de los discípulos, le dice a Jesús: "¡Hemos dejado todo para seguirte! ¿Qué habrá entonces para nosotros?" (Mateo 19:27, NVI). Jesús responde con una promesa que es tanto inmediata como eterna:

"En verdad os digo, en la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del Hombre se siente en su trono glorioso, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis en doce tronos, juzgando a las doce tribus de Israel. Y todo el que haya dejado casas o hermanos o hermanas o padre o madre o esposa o hijos o campos por mi causa recibirá cien veces más y heredará la vida eterna." (Mateo 19:28-29, NVI)

Este pasaje destaca varios aspectos clave de lo que Jesús promete a aquellos que dejan todo para seguirlo.

Recompensas Inmediatas y Futuras

Jesús promete recompensas tanto inmediatas como futuras. En la era presente, aquellos que dejan atrás sus hogares, familias y medios de vida por causa de Jesús recibirán "cien veces más". Esto no es necesariamente una promesa de riqueza material, sino una promesa de riqueza espiritual y relacional. Aquellos que siguen a Jesús a menudo encuentran una nueva familia en la comunidad de creyentes, un nuevo propósito en servir al reino de Dios y una nueva identidad como hijos de Dios. La iglesia se convierte en un nuevo hogar, y los creyentes se convierten en hermanos y hermanas en Cristo.

En la era futura, Jesús promete la vida eterna. Esta es la recompensa última para aquellos que lo siguen. La vida eterna no es solo una existencia sin fin, sino una vida de perfecta comunión con Dios, libre de pecado, sufrimiento y muerte. Es el cumplimiento de todas las promesas de Dios y la realización de los anhelos más profundos del creyente.

El Costo del Discipulado

Aunque las recompensas son grandes, Jesús no minimiza el costo del discipulado. En el Evangelio de Lucas, Jesús dice:

"Si alguien viene a mí y no aborrece a su padre y madre, esposa e hijos, hermanos y hermanas, y aun su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo." (Lucas 14:26-27, NVI)

Este lenguaje es duro y desafiante. Jesús no está abogando por el odio literal hacia la familia; más bien, está enfatizando la necesidad de lealtad indivisa hacia Él. Seguir a Jesús requiere disposición para priorizarlo por encima de todas las demás relaciones y compromisos. Significa estar dispuesto a soportar dificultades, persecución e incluso la muerte por su causa.

La Paradoja de Ganar a través de Perder

Una de las paradojas centrales de la fe cristiana es que la verdadera ganancia viene a través de la pérdida. Jesús dice:

"Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará." (Mateo 16:25, NVI)

Esta paradoja está en el corazón de lo que significa seguir a Jesús. Salvar la propia vida en el sentido de aferrarse a posesiones terrenales, relaciones y ambiciones es, en última instancia, perderla. Pero perder la propia vida por causa de Jesús—rindiéndolo todo a Él—es encontrar la verdadera vida, tanto ahora como en la eternidad.

El Ejemplo de los Apóstoles

Los apóstoles mismos son ejemplos de aquellos que dejaron todo para seguir a Jesús. Pedro, Andrés, Santiago y Juan dejaron sus redes de pesca y sus familias. Mateo dejó su lucrativa posición como recaudador de impuestos. Pablo, aunque no fue uno de los doce originales, dejó su prestigiosa posición como fariseo para convertirse en apóstol de los gentiles. Cada uno de estos hombres enfrentó sacrificios significativos, pero también experimentaron el cumplimiento de las promesas de Jesús.

Pablo, en particular, articula la alegría y la recompensa de seguir a Jesús a pesar del costo. En su carta a los Filipenses, escribe:

"Pero todo lo que para mí era ganancia, lo consideré pérdida por causa de Cristo. Es más, considero todo como pérdida por el incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo. Lo considero basura, para ganar a Cristo y ser hallado en él." (Filipenses 3:7-9, NVI)

El testimonio de Pablo refleja la profunda transformación que ocurre cuando uno deja todo para seguir a Jesús. Las cosas que una vez valoraba—estatus, riqueza y poder—se volvieron insignificantes en comparación con el incomparable valor de conocer a Cristo.

La Promesa de la Presencia de Dios

Otra promesa significativa que Jesús hace a aquellos que lo siguen es la promesa de su presencia. En la Gran Comisión, Jesús asegura a sus discípulos:

"Y ciertamente yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo." (Mateo 28:20, NVI)

Esta promesa de la presencia continua de Jesús es una fuente de consuelo y fortaleza para los creyentes. No importa qué sacrificios hagan o qué dificultades enfrenten, nunca están solos. Jesús está con ellos, guiándolos, consolándolos y empoderándolos a través del Espíritu Santo.

El Papel de la Fe

Vivir con fe es esencial para aquellos que dejan todo para seguir a Jesús. La fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve (Hebreos 11:1). Es por fe que los creyentes confían en las promesas de Jesús, incluso cuando el costo del discipulado es alto. La fe permite a los creyentes ver más allá de sus circunstancias inmediatas hacia las recompensas eternas que les esperan.

El autor de Hebreos proporciona una poderosa exhortación a vivir por fe, basándose en el ejemplo de los héroes de la fe en el Antiguo Testamento:

"Por tanto, ya que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve. Y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante, fijando la mirada en Jesús, el pionero y perfeccionador de la fe. Por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando su vergüenza, y se sentó a la derecha del trono de Dios." (Hebreos 12:1-2, NVI)

Al fijar su mirada en Jesús, los creyentes pueden perseverar en su camino de fe, confiados en las promesas que Él ha hecho.

La Perspectiva Eterna

En última instancia, las promesas de Jesús a aquellos que dejan todo para seguirlo invitan a los creyentes a adoptar una perspectiva eterna. Los sacrificios y sufrimientos de esta era presente son temporales y pálidos en comparación con la gloria que les espera. Pablo captura esta perspectiva bellamente en su carta a los Romanos:

"Considero que nuestros sufrimientos actuales no son comparables con la gloria que se revelará en nosotros." (Romanos 8:18, NVI)

Esta perspectiva eterna permite a los creyentes soportar las dificultades con esperanza y alegría, sabiendo que su trabajo en el Señor no es en vano (1 Corintios 15:58).

Conclusión

En resumen, Jesús promete recompensas profundas a aquellos que dejan todo para seguirlo. Estas promesas incluyen riqueza espiritual y relacional inmediata, vida eterna, la presencia de Jesús y la alegría de conocerlo. Aunque el costo del discipulado es alto, las recompensas superan con creces los sacrificios. Al vivir con fe y adoptar una perspectiva eterna, los creyentes pueden experimentar la plenitud de las promesas de Jesús tanto ahora como en la era venidera.

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