Lucas 6:38 es un versículo profundo que ha resonado profundamente con los cristianos a lo largo de los siglos. El versículo dice:
"Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir." (Lucas 6:38, NVI)
Este pasaje, pronunciado por Jesús durante su Sermón en la Llanura, encapsula un principio que es tanto espiritual como práctico. Enfatiza la ley de la reciprocidad, la generosidad de Dios y el imperativo ético para los creyentes de vivir su fe a través de actos de dar.
El principio de la reciprocidad es evidente en la frase, "Dad, y se os dará." Este concepto no es único del cristianismo; es una verdad universal encontrada en muchas culturas y filosofías. Sin embargo, en el contexto de la enseñanza de Jesús, adquiere un significado más profundo y espiritual. El acto de dar no es solo una transacción, sino un reflejo del corazón y la fe de uno. Es un reconocimiento de que todo lo que tenemos es dado por Dios y que somos administradores de Sus bendiciones.
Jesús subraya la idea de que la medida que usamos al dar será la medida que recibiremos. Esto no se trata solo de riqueza material, sino que abarca todas las formas de dar: tiempo, amor, misericordia, perdón y recursos. El apóstol Pablo hace eco de este sentimiento en 2 Corintios 9:6-7:
"Recuerden esto: El que siembra escasamente, escasamente cosechará; y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará. Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría."
La imagen utilizada por Jesús en Lucas 6:38 es vívida y poderosa. Describe una medida que es "apretada, remecida y rebosando." Esta imagen habría sido familiar para su audiencia, que entendía el proceso de medir grano. Cuando se mide el grano, se puede apretar y sacudir para asegurar que el recipiente contenga tanto como sea posible. La idea de que rebose sugiere una abundancia que excede la capacidad del recipiente.
Esta imagen destaca la generosidad de Dios. Cuando damos, Dios responde con una abundancia abrumadora. Esto no es una promesa del evangelio de la prosperidad de que dar nos hará materialmente ricos, sino más bien una promesa de que las bendiciones de Dios desbordarán en nuestras vidas de maneras que a menudo son intangibles y espirituales. Como escribe Pablo en Efesios 3:20:
"A aquel que es capaz de hacer muchísimo más de lo que pedimos o imaginamos, según su poder que actúa en nosotros."
El imperativo ético para los creyentes de dar generosamente está arraigado en el carácter de Dios y el ejemplo de Jesús. Jesús mismo fue el dador supremo, sacrificando su vida por la redención de la humanidad. Como sus seguidores, estamos llamados a emular su ejemplo de amor y generosidad desinteresados.
En términos prácticos, esto significa que nuestro dar no debe limitarse a contribuciones financieras. Estamos llamados a darnos a nosotros mismos en servicio a los demás, a ofrecer perdón y misericordia, y a extender amor y compasión a los necesitados. Esta es la esencia de vivir el Evangelio. Santiago 2:14-17 desafía a los creyentes a demostrar su fe a través de acciones:
"¿De qué sirve, hermanos míos, si alguien dice que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Acaso puede esa fe salvarlo? Supongamos que un hermano o una hermana no tienen ropa ni comida diaria. Si uno de ustedes les dice: 'Vayan en paz; manténganse calientes y bien alimentados,' pero no hace nada acerca de sus necesidades físicas, ¿de qué sirve? De la misma manera, la fe por sí misma, si no está acompañada de acción, está muerta."
Aplicar Lucas 6:38 en la vida contemporánea implica un enfoque holístico del dar. Significa reconocer que cada acto de generosidad es un reflejo del amor de Dios y un testimonio de nuestra fe. Aquí hay algunas maneras de aplicar este versículo en nuestra vida diaria:
Generosidad Financiera: Aunque el dar financiero no es la única forma de generosidad, es una importante. Apoyar a la iglesia, organizaciones benéficas y personas necesitadas es una manera tangible de vivir el principio de dar.
Tiempo y Talentos: Ofrecer nuestro tiempo y talentos en servicio a los demás es otra forma de dar. Voluntariar en un refugio local, ser mentor de alguien o usar nuestras habilidades para beneficiar a otros son maneras de dar generosamente.
Perdón y Misericordia: Dar no se limita a posesiones materiales. Ofrecer perdón y misericordia a quienes nos han hecho daño es una forma poderosa de dar. Refleja el perdón que hemos recibido de Dios y promueve la reconciliación y la sanación.
Amor y Compasión: Actos de amor y compasión, como visitar a los enfermos, consolar a los afligidos o simplemente estar presente para alguien en necesidad, son formas de dar que tienen un impacto profundo.
Ánimo y Apoyo: Ofrecer palabras de ánimo y apoyo a los demás puede ser una forma de dar que eleva y fortalece a quienes nos rodean.
Vivir el principio de Lucas 6:38 requiere un corazón transformado por el amor de Cristo. No se trata de dar para recibir una recompensa, sino de reflejar el carácter de Dios en nuestras acciones. Se trata de reconocer que somos bendecidos para ser una bendición para los demás.
La iglesia primitiva ejemplificó este principio en Hechos 2:44-45:
"Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común. Vendían propiedades y posesiones para dar a cualquiera que tuviera necesidad."
Esta vida comunitaria y compartida era una expresión de su fe y amor mutuo. Demostró el poder transformador del Evangelio y el impacto de vivir las enseñanzas de Jesús.
En resumen, Lucas 6:38 es un llamado a una vida de generosidad, arraigada en la comprensión de que Dios es el dador supremo. Nos desafía a dar libre y abundantemente, sabiendo que Dios nos bendecirá de maneras que superan nuestras expectativas. Es un recordatorio de que nuestro dar refleja nuestra fe y nuestro compromiso de vivir las enseñanzas de Jesús. Al abrazar este principio, podemos experimentar la alegría de dar y las bendiciones que provienen de una vida dedicada a servir a los demás.