La inscripción "INRI" que se ve comúnmente en las representaciones de la cruz de Jesús se origina de la frase latina "Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum", que se traduce como "Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos". Esta frase fue ordenada por Poncio Pilato, el gobernador romano que presidió el juicio de Jesús, para ser inscrita en el letrero que se colocó sobre la cabeza de Jesús durante la crucifixión. El Evangelio de Juan proporciona el relato más detallado de este evento, afirmando: "Pilato también escribió una inscripción y la puso en la cruz. Decía: 'Jesús de Nazaret, el Rey de los Judíos'" (Juan 19:19, ESV).
El uso de esta inscripción es significativo de varias maneras, tanto históricamente como teológicamente. Históricamente, la inscripción fue escrita en tres idiomas: hebreo, latín y griego. Juan 19:20 explica: "Muchos de los judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y estaba escrita en arameo, en latín y en griego". Estos idiomas fueron elegidos porque eran los más hablados y entendidos en la región en ese momento. El hebreo era el idioma del pueblo judío, el latín era el idioma oficial del Imperio Romano y el griego era la lengua franca del Mediterráneo oriental. Esta inscripción multilingüe aseguraba que la mayor cantidad de personas posible entendiera la acusación contra Jesús.
Desde un punto de vista teológico, la inscripción "INRI" encapsula una profunda ironía y una verdad más profunda. La intención de Pilato probablemente era burlarse de los líderes judíos y de Jesús mismo al etiquetarlo como un rey, un título que parecía absurdo para un hombre siendo ejecutado de una manera tan humillante. Sin embargo, desde una perspectiva cristiana, este título tiene una verdad más profunda. Jesús es de hecho el Rey, no solo de los judíos, sino de toda la creación. Este es un tema que recorre todo el Nuevo Testamento. En el Evangelio de Mateo, por ejemplo, los Magos vienen buscando al "rey de los judíos" en el nacimiento de Jesús (Mateo 2:2), y Jesús habla de su reino en varias parábolas a lo largo de su ministerio.
El concepto de Jesús como Rey también se refleja en las profecías del Antiguo Testamento y las expectativas mesiánicas del pueblo judío. El profeta Isaías, por ejemplo, habla de un gobernante venidero que establecerá un reino de paz y justicia (Isaías 9:6-7). Los cristianos creen que Jesús cumple estas profecías, aunque no de la manera que muchos de sus contemporáneos esperaban. En lugar de un líder político o militar, el reinado de Jesús se caracteriza por la humildad, el servicio y el amor sacrificial. En el Evangelio de Juan, el mismo Jesús habla de su reino, diciendo: "Mi reino no es de este mundo" (Juan 18:36, ESV). Esta declaración resalta la naturaleza espiritual del reinado de Jesús, que trasciende el poder y la autoridad terrenales.
La inscripción "INRI" también sirve como un recordatorio del conflicto entre Jesús y las autoridades religiosas de su tiempo. Los principales sacerdotes objetaron a la inscripción de Pilato, diciendo: "No escribas, 'El Rey de los Judíos', sino más bien, 'Este hombre dijo, Yo soy el Rey de los Judíos'" (Juan 19:21, ESV). La respuesta de Pilato, "Lo que he escrito, he escrito" (Juan 19:22, ESV), subraya la finalidad de su decisión y la naturaleza irrevocable de la verdad que proclama inadvertidamente. Esta tensión entre Jesús y los líderes religiosos es un tema recurrente en los Evangelios, ya que Jesús desafía sus interpretaciones de la ley y su comprensión del reino de Dios.
Además, la inscripción destaca la naturaleza universal de la misión de Jesús. Al estar escrita en tres idiomas, simboliza el alcance del mensaje de Jesús más allá del pueblo judío hacia los gentiles y el mundo entero. Esta universalidad es un aspecto clave de la fe cristiana, como se ve en la Gran Comisión, donde Jesús instruye a sus discípulos a "ir y hacer discípulos de todas las naciones" (Mateo 28:19, ESV). La cruz, con su inscripción, se convierte en un símbolo del sacrificio de Jesús por toda la humanidad, enfatizando la naturaleza inclusiva de su obra redentora.
Además de su significado histórico y teológico, la inscripción "INRI" también se ha convertido en un símbolo poderoso en el arte y la devoción cristiana. A lo largo de la historia, los artistas han representado la escena de la crucifixión con la inscripción mostrada prominentemente, sirviendo como un recordatorio visual de la identidad y misión de Jesús. A menudo se incluye en crucifijos, pinturas y esculturas, reforzando el mensaje del reinado de Jesús y la naturaleza sacrificial de su muerte.
La presencia de "INRI" en la cruz también invita a la reflexión sobre la naturaleza de la verdadera realeza y autoridad. En un mundo donde el poder a menudo se asocia con el dominio y el control, el ejemplo de Jesús nos desafía a reconsiderar lo que significa ser un líder. Su vida y muerte demuestran que la verdadera autoridad se encuentra en el servicio, la humildad y el amor. Esto es un alejamiento radical de la comprensión mundana del poder y es un tema central de las enseñanzas de Jesús.
Además, la inscripción sirve como un llamado al discipulado para los cristianos. Al reconocer a Jesús como Rey, los creyentes son invitados a alinear sus vidas con sus enseñanzas y ejemplo. Esto implica un compromiso de vivir los valores de su reino, como el amor, la justicia, la misericordia y el perdón. Es un llamado a participar en el trabajo continuo de traer el reino de Dios a la tierra, como Jesús enseñó a sus seguidores a orar, "Venga tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo" (Mateo 6:10, ESV).
En resumen, la inscripción "INRI" en la cruz de Jesús está llena de significado e importancia. Sirve como un registro histórico de la acusación contra Jesús, una afirmación teológica de su identidad como Rey y un símbolo de su misión universal. Nos desafía a reflexionar sobre la naturaleza de la verdadera realeza y autoridad, invitándonos a seguir a Jesús en su ejemplo de amor sacrificial y servicio. Al contemplar la cruz y su inscripción, recordamos el profundo misterio y el poder transformador de la vida, muerte y resurrección de Jesús, que continúan inspirando y guiando a los cristianos en todo el mundo.