Lucas 13:24-30 es un pasaje que contiene algunas de las enseñanzas más convincentes y desafiantes de Jesús. Dice:
"Esforzaos por entrar por la puerta estrecha. Porque muchos, os digo, buscarán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se haya levantado y cerrado la puerta, y comencéis a estar fuera y a llamar a la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos', él os responderá: 'No sé de dónde sois'. Entonces comenzaréis a decir: 'Comimos y bebimos en tu presencia, y enseñaste en nuestras calles'. Pero él dirá: 'Os digo, no sé de dónde sois. ¡Apartaos de mí, todos vosotros, obreros de maldad!' En ese lugar habrá llanto y crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros mismos seréis echados fuera. Y vendrán personas del este y del oeste, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Y he aquí, algunos son los últimos que serán los primeros, y algunos son los primeros que serán los últimos." (Lucas 13:24-30, ESV)
En este pasaje, Jesús está respondiendo a una pregunta sobre cuántas personas serán salvas. Su respuesta no es una respuesta directa, sino más bien una ilustración vívida y sobria de la naturaleza de la salvación y el reino de Dios.
Jesús comienza instando a sus oyentes a "esforzarse por entrar por la puerta estrecha". La palabra griega para "esforzarse" es "agonizomai", que implica un sentido de esfuerzo intenso o lucha. Esto no es un esfuerzo casual; requiere un compromiso serio y perseverancia. La "puerta estrecha" simboliza la naturaleza exclusiva y exigente del camino hacia la salvación. No es amplia y acomodaticia, sino estrecha y específica, requiriendo que uno siga las enseñanzas y el ejemplo de Jesús de cerca.
Esta imagen de la puerta estrecha es consistente con otras enseñanzas de Jesús, como en Mateo 7:13-14, donde habla de la puerta estrecha que lleva a la vida y el camino ancho que lleva a la destrucción. El énfasis aquí está en la dificultad y la necesidad de hacer un esfuerzo deliberado y consciente para seguir a Cristo.
Jesús luego cambia la imagen a una casa donde el dueño ha cerrado la puerta. Los que están fuera de la puerta claman: "Señor, ábrenos", pero el dueño responde: "No sé de dónde sois". Esto representa un momento en que la oportunidad de salvación ha pasado. La puerta cerrada significa la finalización del juicio. Una vez que la puerta está cerrada, no hay una segunda oportunidad.
Las personas fuera argumentan que estaban familiarizadas con el dueño; comieron y bebieron en su presencia, y él enseñó en sus calles. Sin embargo, la respuesta del dueño, "No sé de dónde sois", destaca que la mera familiaridad con Jesús no es suficiente. No es suficiente tener un conocimiento superficial de Él o haber estado en su proximidad. Lo que importa es una relación genuina y transformadora con Él.
La declaración del dueño, "Apartaos de mí, todos vosotros, obreros de maldad", indica que los que están fuera de la puerta no vivían de acuerdo con la voluntad de Dios. A pesar de sus afirmaciones de familiaridad, sus acciones eran inconsistentes con las enseñanzas de Jesús. Esto hace eco de la advertencia de Jesús en Mateo 7:21-23, donde dice: "No todo el que me dice: 'Señor, Señor', entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos".
La imagen de "llanto y crujir de dientes" es una metáfora bíblica común para el dolor y el arrepentimiento intensos. Significa la angustia profunda de aquellos que se dan cuenta demasiado tarde de que han perdido la oportunidad de entrar en el reino de Dios. Ven a los patriarcas—Abraham, Isaac y Jacob—y a los profetas en el reino, pero ellos mismos son echados fuera. Esto subraya la tragedia de perder la oportunidad de salvación a pesar de haber tenido la oportunidad.
Jesús luego hace una declaración radical: "Y vendrán personas del este y del oeste, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios". Esto significa la inclusión de los gentiles en el reino. El reino de Dios no está limitado al pueblo judío, sino que está abierto a todos los que respondan al llamado de Jesús, independientemente de su origen étnico o geográfico. Esto habría sido una idea revolucionaria para sus oyentes judíos, que a menudo se veían a sí mismos como los receptores exclusivos de las promesas de Dios.
Finalmente, Jesús concluye con la declaración paradójica: "Y he aquí, algunos son los últimos que serán los primeros, y algunos son los primeros que serán los últimos". Este es un tema recurrente en las enseñanzas de Jesús, enfatizando que los valores del reino de Dios a menudo invierten los valores del mundo. Aquellos que son humildes, marginados o considerados insignificantes en este mundo pueden ser exaltados en el reino de Dios, mientras que aquellos que son orgullosos, poderosos o autosatisfechos pueden encontrarse excluidos.
Para los cristianos contemporáneos, este pasaje tiene varias implicaciones importantes. Primero, llama a una búsqueda seria y comprometida de una relación con Jesús. No es suficiente estar meramente familiarizado con Él o participar en actividades religiosas. Lo que se requiere es una fe profunda y constante que transforme la vida y las acciones de uno.
En segundo lugar, sirve como una advertencia contra la complacencia. Las personas fuera de la puerta estaban seguras de su familiaridad con Jesús, pero sus vidas no reflejaban sus enseñanzas. Los cristianos están llamados a examinar sus vidas y asegurarse de que sus acciones se alineen con su profesión de fe.
En tercer lugar, destaca la inclusividad del reino de Dios. La invitación al reino se extiende a todas las personas, independientemente de su origen. Esto desafía a los cristianos a abrazar un espíritu de apertura y hospitalidad, dando la bienvenida a otros en la fe.
Por último, recuerda a los creyentes la naturaleza invertida del reino de Dios. La verdadera grandeza se encuentra en la humildad, el servicio y la obediencia a Dios, en lugar del éxito o estatus mundano.
En resumen, Lucas 13:24-30 es un pasaje poderoso y desafiante que llama a esforzarse sinceramente por entrar en el reino de Dios, advierte contra la familiaridad superficial con Jesús y enfatiza la naturaleza inclusiva y paradójica del reino de Dios. Invita a los creyentes a una fe más profunda y comprometida y a una vida que refleje los valores del reino.