Mateo 24:22 es parte del discurso de Jesús en el Monte de los Olivos, comúnmente conocido como el Discurso del Olivar. Este capítulo está lleno de temas escatológicos, donde Jesús habla sobre el fin de los tiempos, la destrucción del templo y las señales de su venida. El versículo en cuestión dice:
"Y si aquellos días no hubieran sido acortados, nadie sería salvo; pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados." (Mateo 24:22, ESV)
Para entender este versículo, es esencial considerar su contexto y la narrativa más amplia de Mateo 24. Aquí, Jesús está respondiendo a las preguntas de los discípulos sobre el fin de la era y su segunda venida. En este discurso, describe un período de gran tribulación y sufrimiento, sin precedentes en la historia.
En Mateo 24:1-3, los discípulos de Jesús señalan la grandeza de los edificios del templo, a lo que Jesús responde prediciendo su destrucción. Esto lleva a los discípulos a preguntarle en privado cuándo sucederán estas cosas y cuál será la señal de su venida y del fin de la era. Jesús entonces se lanza a una profecía detallada que abarca el resto del capítulo.
Mateo 24:21-22 aborda específicamente el período conocido como la Gran Tribulación:
"Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no hubieran sido acortados, nadie sería salvo; pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados." (Mateo 24:21-22, ESV)
Jesús habla de un tiempo de sufrimiento y calamidad sin precedentes. El término "tribulación" se refiere a pruebas severas y angustia. Este período se caracteriza por un caos generalizado, desastres naturales y una intensa persecución de los creyentes.
La frase "aquellos días" se refiere al período específico de tribulación que Jesús está describiendo. La severidad de este tiempo es tal que, si se permitiera continuar indefinidamente, resultaría en la aniquilación total de la humanidad. Esta afirmación subraya la magnitud del sufrimiento y la amenaza existencial que representa.
El término "escogidos" se refiere a aquellos elegidos por Dios. En el Nuevo Testamento, los escogidos a menudo se entienden como los creyentes en Cristo, aquellos que han respondido al llamado de Dios y han sido salvados por su gracia. La declaración de Jesús de que "por causa de los escogidos aquellos días serán acortados" es una profunda garantía del cuidado y protección soberanos de Dios sobre su pueblo.
La noción de que los días de tribulación serán "acortados" implica una intervención divina. Sugiere que Dios, en su misericordia, limitará la duración de este período para evitar la destrucción completa. Esta intervención está motivada por su amor y preocupación por sus escogidos. El acortamiento de estos días es un acto de gracia, asegurando que un remanente de la humanidad, particularmente los fieles, será preservado.
Mateo 24:22 tiene varias implicaciones teológicas:
Soberanía de Dios: Este versículo destaca el control de Dios sobre la historia humana y el fin de los tiempos. A pesar del caos y el sufrimiento, Dios sigue siendo soberano e intervendrá en el momento señalado.
Misericordia de Dios: La decisión de acortar los días de tribulación es un acto de misericordia divina. Refleja la compasión de Dios y su deseo de salvar a su pueblo de la destrucción total.
Preservación de los Fieles: El versículo asegura a los creyentes que Dios los protegerá y preservará, incluso en medio de pruebas severas. Este es un tema recurrente en las Escrituras, donde Dios promete estar con su pueblo y librarlos (por ejemplo, Isaías 43:2, Salmo 91:14-15).
Esperanza en Medio de la Tribulación: Para los creyentes, este versículo proporciona esperanza y aliento. Les recuerda que, sin importar cuán graves sean las circunstancias, Dios tiene un plan para su salvación y actuará en su favor.
Hay un debate académico sobre si los eventos descritos en Mateo 24 ya se han cumplido o si apuntan a ocurrencias futuras. Algunos estudiosos argumentan que la profecía de Jesús se cumplió parcialmente con la destrucción del templo en el año 70 d.C., cuando el ejército romano sitió Jerusalén, lo que llevó a un inmenso sufrimiento y pérdida de vidas. Este evento histórico ciertamente refleja la tribulación descrita por Jesús.
Sin embargo, muchos teólogos creen que Mateo 24 también apunta a eventos futuros asociados con el fin de los tiempos. La naturaleza sin precedentes de la tribulación y los signos cósmicos descritos más adelante en el capítulo (Mateo 24:29-31) sugieren un cumplimiento futuro, culminando en la segunda venida de Cristo.
Para los creyentes contemporáneos, Mateo 24:22 ofrece varias lecciones prácticas:
Confianza en la Soberanía de Dios: En tiempos de crisis personal o global, los creyentes pueden encontrar consuelo al saber que Dios está en control. Sus planes son perfectos y su tiempo es impecable.
Perseverancia en la Fe: La promesa de que los días serán acortados por los escogidos anima a los creyentes a perseverar en su fe, incluso cuando enfrentan pruebas severas. Como dijo Jesús en Mateo 24:13, "Pero el que persevere hasta el fin, ese será salvo".
Esperanza y Seguridad: Este versículo proporciona esperanza de que, a pesar de las tribulaciones de la era presente, Dios tiene un futuro de redención y restauración para su pueblo. Asegura a los creyentes que su sufrimiento no es en vano y que Dios finalmente los librará.
Llamado a la Vigilancia: El discurso de Jesús en Mateo 24 enfatiza repetidamente la necesidad de vigilancia y preparación para su regreso (Mateo 24:42-44). Los creyentes están llamados a vivir en un estado de alerta espiritual, sirviendo fielmente a Dios y a los demás mientras anticipan el regreso de Cristo.
Mateo 24:22 es un poderoso recordatorio de la soberanía, misericordia y cuidado protector de Dios sobre su pueblo. Habla de la severidad de la tribulación que precederá al fin de los tiempos, pero también asegura a los creyentes la intervención divina por su causa. Este versículo anima a los cristianos a confiar en el plan de Dios, perseverar en su fe y vivir con la esperanza del regreso final de Cristo y el cumplimiento de los propósitos redentores de Dios.