Mateo 7:12 es un versículo que encapsula una profunda enseñanza ética encontrada dentro del Sermón del Monte, una colección de enseñanzas de Jesús registradas en el Evangelio de Mateo. Este versículo a menudo se refiere como la "Regla de Oro" y dice: "Así que en todo, hagan a los demás lo que quisieran que les hicieran a ustedes, porque esto resume la Ley y los Profetas" (NVI). Esta instrucción presenta un principio que es tanto simple en su expresión como profundo en sus implicaciones sobre cómo debemos tratar a los demás.
Para comprender completamente el significado de Mateo 7:12 en el contexto de tratar a los demás, debemos considerar tanto el contexto inmediato del Sermón del Monte como la narrativa bíblica más amplia. El Sermón del Monte, que se encuentra en los capítulos 5 al 7 de Mateo, es un discurso integral donde Jesús expone las expectativas éticas y morales para Sus seguidores. Aborda una amplia gama de temas, incluyendo la ira, la lujuria, el divorcio, los juramentos, la represalia, el amor por los enemigos, la ayuda a los necesitados, la oración, el ayuno y el juicio. Dentro de este contexto, la Regla de Oro emerge como un resumen de las enseñanzas éticas que Jesús ha estado exponiendo.
La frase "hagan a los demás lo que quisieran que les hicieran a ustedes" es una invitación a la empatía y la bondad activa. Desafía a las personas a considerar sus acciones desde la perspectiva de la otra persona, fomentando una comunidad compasiva y justa. Esta enseñanza no es meramente un llamado a la no agresión pasiva, sino una búsqueda activa del bien para los demás. Requiere un esfuerzo intencional para comprender y satisfacer las necesidades y deseos de los demás como quisiéramos que los nuestros fueran comprendidos y satisfechos.
En el contexto más amplio de la Ley y los Profetas, a los que Jesús se refiere en el versículo, la Regla de Oro encapsula la esencia de las enseñanzas éticas del Antiguo Testamento. La Ley y los Profetas es una frase utilizada para denotar la totalidad de las Escrituras Hebreas, que establecen las expectativas del pacto de Dios para Su pueblo. Por ejemplo, Levítico 19:18 ordena: "Ama a tu prójimo como a ti mismo", un principio que resuena con la Regla de Oro. Jesús, en Mateo 22:37-40, subraya esto al afirmar que toda la Ley y los Profetas dependen de los mandamientos de amar a Dios y amar al prójimo.
La Regla de Oro, por lo tanto, no es un nuevo mandamiento, sino más bien una destilación de las demandas éticas de las Escrituras. Invita a los creyentes a internalizar el corazón de la Ley, que es el amor. El apóstol Pablo hace eco de este sentimiento en Romanos 13:8-10, donde escribe que "el que ama a su prójimo ha cumplido la ley" y que "el amor es el cumplimiento de la ley". Este amor no es meramente un afecto emocional, sino un compromiso activo con el bienestar de los demás.
En términos prácticos, aplicar Mateo 7:12 significa interactuar con los demás con una mentalidad de reciprocidad y respeto. Llama a un enfoque proactivo en las relaciones, donde uno busca iniciar actos de bondad, justicia y misericordia. Este principio desafía a las personas a trascender el egoísmo y cultivar un corazón que busque el bien de los demás, incluso cuando sea inconveniente o sacrificial.
Además, la Regla de Oro sirve como guía para la toma de decisiones éticas. En situaciones donde el curso de acción correcto puede no ser inmediatamente claro, este principio proporciona un marco para el discernimiento. Al preguntarse cómo uno desearía ser tratado en una circunstancia similar, uno puede obtener claridad y dirección.
En la comunidad de creyentes, la Regla de Oro fomenta la unidad y la armonía. Alienta el respeto mutuo y la comprensión, reduciendo los conflictos y promoviendo la reconciliación. En un mundo a menudo caracterizado por la división y el conflicto, la aplicación de este principio puede ser transformadora, creando entornos donde el amor y la paz florecen.
Las enseñanzas de Jesús, incluida la Regla de Oro, no están destinadas a vivirse en aislamiento, sino dentro de la comunidad de fe. La iglesia, como el cuerpo de Cristo, está llamada a ser una expresión viva de estas enseñanzas. En este contexto comunitario, los creyentes se apoyan y animan mutuamente a vivir los principios del Sermón del Monte, incluida la Regla de Oro.
Además, la Regla de Oro tiene implicaciones más allá de la comunidad cristiana. Es un principio que resuena con las enseñanzas éticas encontradas en muchas culturas y religiones, reflejando una intuición moral universal. Como tal, proporciona un terreno común para el diálogo y la cooperación con aquellos de diferentes credos y cosmovisiones. Al encarnar este principio, los cristianos pueden dar testimonio del amor de Cristo de una manera que sea tanto convincente como accesible para el mundo en general.
En conclusión, Mateo 7:12, la Regla de Oro, es una profunda enseñanza ética que llama a la empatía, la bondad activa y el amor hacia los demás. Es un principio rector que encapsula la esencia del llamado bíblico a amar al prójimo. En un mundo que a menudo prioriza el interés propio, la Regla de Oro nos desafía a considerar las necesidades y deseos de los demás y a actuar de maneras que reflejen el amor y la gracia de Dios. Al vivir este principio, los creyentes pueden crear comunidades marcadas por la paz, la justicia y la compasión, dando testimonio del poder transformador del Evangelio.