En Marcos 4:35, la frase "ir al otro lado" tiene un profundo significado, tanto en el contexto inmediato de la narrativa como en sus implicaciones teológicas más amplias. El versículo dice: "Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: 'Pasemos al otro lado.'" A primera vista, esto podría parecer una simple decisión logística, pero cuando se examina más de cerca, revela un significado espiritual y simbólico más profundo.
El contexto inmediato de Marcos 4:35 es crucial para entender su significado. Jesús había pasado el día enseñando a una gran multitud junto al mar, usando parábolas para transmitir los misterios del Reino de Dios. Al acercarse la noche, sugirió a sus discípulos que cruzaran al otro lado del Mar de Galilea. Este cuerpo de agua, también conocido como Lago de Genesaret o Mar de Tiberíades, es una característica geográfica significativa en los Evangelios. Tiene aproximadamente 21 kilómetros de largo y 13 kilómetros de ancho, y sus orillas eran hogar tanto de poblaciones judías como gentiles.
El viaje al "otro lado" del Mar de Galilea no es solo un cruce físico, sino también un pasaje metafórico. En la mentalidad judía de la época, el mar a menudo simbolizaba el caos, el peligro y lo desconocido. Al instruir a sus discípulos a cruzar el mar, Jesús no solo los estaba llevando a un desafío físico potencial, sino también a un viaje espiritual que profundizaría su fe y comprensión de su misión.
Mientras emprendían este viaje, se desató una gran tormenta, causando que los discípulos temieran por sus vidas. Esta tormenta puede verse como una representación de las pruebas y tribulaciones que inevitablemente enfrentarán los seguidores de Cristo. En medio de la tormenta, Jesús dormía sobre un cojín en la popa del barco. Los discípulos, aterrorizados, lo despertaron y dijeron: "Maestro, ¿no te importa que perecemos?" (Marcos 4:38). Jesús entonces reprendió al viento y dijo al mar: "¡Paz! ¡Cálmate!" Y el viento cesó, y hubo una gran calma. Luego cuestionó a sus discípulos: "¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?" (Marcos 4:39-40).
Este episodio subraya la importancia de la fe y la confianza en Jesús, incluso frente a desafíos abrumadores. El miedo y la falta de fe de los discípulos se contrastan con la calma autoridad de Jesús sobre los elementos. Al calmar la tormenta, Jesús demostró su poder divino y aseguró a sus discípulos que Él es soberano sobre toda la creación. Este evento milagroso fue una lección poderosa para los discípulos, enseñándoles a confiar en la presencia y autoridad de Jesús, sin importar las circunstancias.
Además, "ir al otro lado" también significa la misión de Jesús de alcanzar más allá de los límites familiares y cómodos de la sociedad judía. El otro lado del Mar de Galilea era predominantemente territorio gentil, un lugar que muchos judíos habrían considerado impuro e indeseable. Al cruzar intencionalmente a esta región, Jesús estaba derribando barreras culturales y religiosas, demostrando que su mensaje de salvación era para todas las personas, no solo para los judíos.
Este tema de inclusividad y alcance se ilustra aún más en los eventos que siguen. Al llegar al otro lado, en la región de los Gerasenos, Jesús encontró a un hombre poseído por una legión de demonios. Este hombre vivía entre las tumbas y era tan violento que nadie podía someterlo. Jesús expulsó a los demonios del hombre, enviándolos a una piara de cerdos, que luego se precipitaron por el acantilado al mar y se ahogaron (Marcos 5:1-13). Este milagro no solo liberó al hombre de su tormento, sino que también sirvió como un poderoso testimonio de la autoridad de Jesús sobre los espíritus malignos.
La reacción de la gente local a este milagro también es reveladora. En lugar de dar la bienvenida a Jesús, tuvieron miedo y le pidieron que se fuera de su región. A pesar de este rechazo, el hombre que había estado poseído por demonios rogó ir con Jesús. Sin embargo, Jesús le instruyó que se quedara y "vaya a su casa con sus amigos y cuénteles cuánto ha hecho el Señor por usted, y cómo ha tenido misericordia de usted" (Marcos 5:19). El testimonio de este hombre habría sido un poderoso testigo para los gentiles en esa región, difundiendo aún más el mensaje del amor y la misericordia de Dios.
En este contexto más amplio, "ir al otro lado" simboliza la misión de Jesús de llevar la luz del Evangelio a todas las naciones, trascendiendo las barreras étnicas, culturales y religiosas. Desafía a sus seguidores a salir de sus zonas de confort y alcanzar a aquellos que son diferentes de ellos, confiando en la autoridad y presencia de Jesús para guiarlos y protegerlos.
Además, este pasaje también sirve como un recordatorio de que seguir a Jesús a menudo implica adentrarse en lo desconocido y enfrentar desafíos que ponen a prueba nuestra fe. Así como los discípulos enfrentaron una tormenta literal en el Mar de Galilea, los creyentes de hoy pueden encontrar diversas "tormentas" en sus vidas: pruebas, incertidumbres y dificultades que sacuden su fe. Sin embargo, la lección clave de esta narrativa es que Jesús siempre está con nosotros, incluso en medio de la tormenta. Su mandato, "¡Paz! ¡Cálmate!" no solo habla a los elementos físicos, sino también a la agitación dentro de nuestros corazones. Cuando ponemos nuestra confianza en Él, podemos encontrar paz y seguridad, sabiendo que Él tiene el control.
En conclusión, la frase "ir al otro lado" en Marcos 4:35 está llena de significado. Representa un viaje físico a través del Mar de Galilea, un viaje espiritual de fe y confianza, y un viaje misional para alcanzar más allá de las barreras culturales y religiosas. Desafía a los creyentes a confiar en la autoridad y presencia de Jesús, a dar un paso de fe y a llevar el mensaje del Evangelio a todas las personas, sin importar los obstáculos que puedan enfrentar. Al reflexionar sobre este pasaje, que seamos alentados a seguir a Jesús dondequiera que nos lleve, confiados en su poder y amor para sostenernos a través de cada tormenta.