Lucas 24:36-51 se presenta como un pasaje poderoso y transformador dentro del Evangelio de Lucas, capturando la esencia de las apariciones de resurrección de Jesucristo y su ascensión al cielo. Este pasaje sirve no solo como una conclusión al Evangelio de Lucas, sino también como un puente hacia los Hechos de los Apóstoles, ofreciendo profundas ideas sobre la naturaleza del Cristo resucitado, el cumplimiento de las Escrituras y la misión de los discípulos.
**Lucas 24:36-51 (NVI):**
36 Mientras ellos aún hablaban de esto, Jesús mismo se puso en medio de ellos y les dijo: “La paz sea con ustedes.”
37 Ellos, asustados y atemorizados, pensaban que veían un espíritu.
38 Él les dijo: “¿Por qué están turbados, y por qué surgen dudas en sus corazones?
39 Miren mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean; un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo.”
40 Cuando dijo esto, les mostró las manos y los pies.
41 Y como ellos aún no lo creían por la alegría y el asombro, les preguntó: “¿Tienen aquí algo de comer?”
42 Ellos le dieron un trozo de pescado asado,
43 y él lo tomó y lo comió en su presencia.
44 Luego les dijo: “Esto es lo que les dije cuando aún estaba con ustedes: Todo debe cumplirse lo que está escrito acerca de mí en la Ley de Moisés, los Profetas y los Salmos.”
45 Entonces les abrió la mente para que pudieran entender las Escrituras.
46 Les dijo: “Así está escrito: El Mesías sufrirá y resucitará de entre los muertos al tercer día,
47 y en su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
48 Ustedes son testigos de estas cosas.
49 Voy a enviarles lo que mi Padre ha prometido; pero quédense en la ciudad hasta que hayan sido revestidos con poder de lo alto.”
50 Cuando los llevó a las cercanías de Betania, levantó sus manos y los bendijo.
51 Mientras los bendecía, se apartó de ellos y fue llevado al cielo.
La narrativa comienza con Jesús apareciendo a sus discípulos que estaban reunidos, discutiendo los eventos recientes, particularmente su resurrección. Su aparición repentina entre ellos, acompañada por el saludo "La paz sea con ustedes", es significativa. Este saludo no es meramente una formalidad, sino una declaración profunda de la paz que viene del Cristo resucitado, una paz que disipa el miedo y la duda.
La reacción inicial de los discípulos de estar asustados y atemorizados, pensando que veían un espíritu, subraya su lucha para comprender la realidad de la resurrección. Jesús aborda sus dudas directamente, invitándolos a mirar sus manos y pies y a tocarlo. Esta invitación sirve para probar que no es un espíritu, sino que tiene un cuerpo físico resucitado. Al mostrarles sus heridas, Jesús proporciona evidencia tangible de su identidad y la continuidad de su persona antes y después de la crucifixión.
El acto de comer un trozo de pescado asado refuerza aún más la realidad de su resurrección física. En el mundo antiguo, se creía que los espíritus o fantasmas eran incapaces de consumir alimentos. Al comer en su presencia, Jesús demuestra que está verdaderamente vivo en un sentido físico, aunque transformado en su estado resucitado.
Después de esto, Jesús recuerda a sus discípulos sus enseñanzas y la necesidad de cumplir todo lo que estaba escrito sobre él en la Ley de Moisés, los Profetas y los Salmos. Este es un momento crucial donde Jesús conecta su vida, muerte y resurrección con la narrativa general de las Escrituras. Él les abre la mente para que puedan entender las Escrituras, revelando que su sufrimiento, muerte y resurrección eran parte del plan redentor de Dios.
El énfasis en el cumplimiento de las Escrituras destaca la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. La vida y misión de Jesús son la culminación de las promesas y profecías de Dios, demostrando que los eventos del Evangelio no son incidentes aislados, sino el clímax de una historia divina que comenzó mucho antes.
En los versículos 46-47, Jesús describe el mensaje central que sus discípulos deben proclamar: el sufrimiento, muerte y resurrección del Mesías al tercer día, y el llamado al arrepentimiento y perdón de los pecados en su nombre a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Esta comisión prepara el escenario para la misión de la iglesia primitiva, como se registra en los Hechos de los Apóstoles. Los discípulos deben ser testigos de estas cosas, dando testimonio de la realidad de la resurrección y el poder transformador del Evangelio.
Jesús luego promete enviar lo que el Padre ha prometido, refiriéndose al Espíritu Santo. Los discípulos son instruidos a quedarse en la ciudad hasta que sean "revestidos con poder de lo alto". Esta promesa del Espíritu Santo es fundamental, ya que es a través del Espíritu que los discípulos recibirán el poder y la guía necesarios para llevar a cabo su misión. La venida del Espíritu Santo en Pentecostés, como se describe en Hechos 2, es el cumplimiento de esta promesa, empoderando a los discípulos para predicar el Evangelio con valentía y eficacia.
El pasaje concluye con Jesús llevando a los discípulos a las cercanías de Betania, donde levanta sus manos y los bendice. Mientras los bendice, es llevado al cielo. Esta ascensión es un evento significativo, marcando el final del ministerio terrenal de Jesús y su exaltación a la diestra del Padre. La ascensión significa que la obra de redención de Jesús está completa y que ahora reina como Señor y Rey.
La bendición que Jesús imparte a sus discípulos no es meramente un gesto de despedida, sino una poderosa impartición de gracia y paz. Es un recordatorio de que, aunque se está yendo físicamente, su presencia y bendición permanecen con ellos a través del Espíritu Santo.
Al reflexionar sobre Lucas 24:36-51, surgen varios temas clave:
La Realidad de la Resurrección: La resurrección física de Jesús es central para la fe cristiana. Sus apariciones a los discípulos, la invitación a tocar sus heridas y su acto de comer sirven para confirmar la realidad de su resurrección. Esto afirma la esperanza de vida eterna y la futura resurrección de los creyentes.
El Cumplimiento de las Escrituras: La vida, muerte y resurrección de Jesús son el cumplimiento del plan redentor de Dios revelado en las Escrituras. Esto subraya la unidad y continuidad de la narrativa bíblica, mostrando que los eventos del Nuevo Testamento están profundamente arraigados en las promesas y profecías del Antiguo Testamento.
La Comisión para Testificar: Los discípulos son llamados a ser testigos de la resurrección y a proclamar el mensaje de arrepentimiento y perdón de los pecados a todas las naciones. Esta misión no está limitada a un grupo específico, sino que es universal, reflejando el deseo de Dios de que todas las personas lleguen al arrepentimiento y la fe.
La Promesa del Espíritu Santo: El Espíritu Santo es esencial para la misión de los discípulos. La promesa de ser "revestidos con poder de lo alto" enfatiza la necesidad del empoderamiento del Espíritu para un ministerio eficaz. El Espíritu Santo equipa, guía y empodera a los creyentes para cumplir su llamado.
La Ascensión y Exaltación de Cristo: La ascensión de Jesús marca su exaltación y la culminación de su misión terrenal. Significa su señorío y su intercesión continua por los creyentes a la diestra del Padre. La ascensión también apunta al futuro regreso de Cristo, cuando vendrá nuevamente en gloria.
En conclusión, Lucas 24:36-51 es un pasaje rico y profundo que encapsula las verdades centrales de la fe cristiana. Afirma la realidad de la resurrección, el cumplimiento de las Escrituras, la misión universal de la iglesia, la promesa del Espíritu Santo y la exaltación de Cristo. Como creyentes, estamos llamados a abrazar estas verdades, vivir en el poder del Espíritu Santo y dar testimonio del Cristo resucitado en nuestras vidas y al mundo.