Lucas 6:46 registra a Jesús haciendo una pregunta conmovedora y desafiante: "¿Por qué me llamáis, 'Señor, Señor,' y no hacéis lo que digo?" Este versículo está enclavado dentro de un contexto más amplio de las enseñanzas de Jesús, específicamente dentro del Sermón en la Llanura, que es similar al Sermón del Monte que se encuentra en el Evangelio de Mateo. Para entender la importancia de este versículo, necesitamos profundizar en los temas de obediencia, discipulado y la naturaleza de la verdadera fe que Jesús enfatiza a lo largo de Su ministerio.
La pregunta de Jesús en Lucas 6:46 va al corazón de lo que significa ser Su discípulo. El término "Señor" (griego: Kyrios) era un título de respeto y autoridad, reconociendo la posición y el poder de Jesús. Sin embargo, Jesús señala la inconsistencia entre llamarlo "Señor" y no seguir Sus enseñanzas. Esta discrepancia resalta una fe superficial que reconoce a Jesús en palabras pero no en acciones.
En los versículos inmediatamente anteriores a Lucas 6:46, Jesús enseña sobre la importancia de dar buenos frutos y la necesidad de una base sólida para la vida de uno. Usa la metáfora de un árbol y su fruto para ilustrar que las acciones de una persona revelan su verdadera naturaleza (Lucas 6:43-45). Esto prepara el escenario para Su pregunta en el versículo 46, enfatizando que el verdadero discipulado se caracteriza por la obediencia a Sus mandamientos.
La importancia de Lucas 6:46 radica en su llamado a la obediencia genuina como evidencia de la fe de uno. Las enseñanzas de Jesús a lo largo de los Evangelios dejan claro que la mera profesión verbal de fe es insuficiente. En Mateo 7:21, un pasaje paralelo, Jesús dice: "No todo el que me dice, 'Señor, Señor,' entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos." Esto subraya la idea de que la verdadera fe se demuestra a través de acciones que se alinean con la voluntad de Dios.
Santiago, el hermano de Jesús, hace eco de este sentimiento en su epístola: "Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solo oidores, engañándoos a vosotros mismos" (Santiago 1:22). Santiago elabora aún más que la fe sin obras está muerta (Santiago 2:17). El mensaje consistente a lo largo del Nuevo Testamento es que la fe genuina se manifiesta en la obediencia a los mandamientos de Dios.
Inmediatamente después de Lucas 6:46, Jesús proporciona una parábola sobre dos constructores, que ilustra aún más la importancia de la obediencia. Compara a aquellos que escuchan Sus palabras y las ponen en práctica con un hombre que construye su casa sobre una base sólida, capaz de resistir inundaciones y tormentas (Lucas 6:47-49). Por el contrario, aquellos que escuchan Sus palabras pero no actúan en consecuencia son comparados con un hombre que construye su casa sin una base, la cual se derrumba bajo presión.
Esta parábola refuerza la idea de que la obediencia a las enseñanzas de Jesús es esencial para una fe estable y duradera. No es suficiente simplemente escuchar Sus palabras; uno también debe actuar en consecuencia. La base de la vida de un discípulo debe estar construida sobre la roca sólida de las enseñanzas de Cristo, asegurando la resiliencia frente a los desafíos de la vida.
En su esencia, Lucas 6:46 aborda el tema del corazón. Jesús no está meramente interesado en la conformidad externa a un conjunto de reglas; Él desea una transformación del corazón que resulte en una obediencia genuina. Los fariseos de la época de Jesús eran conocidos por su meticulosa adherencia a la ley, sin embargo, Jesús a menudo los reprendía por su hipocresía y falta de verdadera justicia (Mateo 23:27-28). Sus acciones estaban motivadas por un deseo de aprobación externa en lugar de una devoción sincera a Dios.
En contraste, Jesús llama a Sus seguidores a un estándar más alto de justicia que fluye de un corazón transformado. Esto es evidente en Sus enseñanzas a lo largo del Sermón en la Llanura, donde enfatiza el amor por los enemigos, el perdón y la misericordia (Lucas 6:27-36). Estos mandamientos no se tratan solo de comportamiento externo, sino de cultivar un corazón que refleje el carácter de Dios.
Entender la importancia de Lucas 6:46 también implica reconocer el papel del Espíritu Santo en habilitar la obediencia. Jesús prometió a Sus discípulos que el Espíritu Santo vendría para guiarlos a toda la verdad y capacitarlos para vivir de acuerdo con Sus enseñanzas (Juan 14:26; Hechos 1:8). La morada del Espíritu Santo transforma a los creyentes desde dentro, produciendo el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio (Gálatas 5:22-23).
Pablo, en su carta a los Filipenses, anima a los creyentes a "ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Filipenses 2:12-13). Este versículo destaca la relación cooperativa entre el esfuerzo del creyente y la presencia capacitadora de Dios. La obediencia a los mandamientos de Jesús no se logra solo a través del esfuerzo humano, sino a través de la obra transformadora del Espíritu Santo.
Finalmente, Lucas 6:46 sirve como un recordatorio sobrio de que el señorío de Jesús exige una lealtad total. Llamar a Jesús "Señor" es reconocer Su autoridad sobre cada aspecto de la vida de uno. Esto incluye no solo el comportamiento moral y ético, sino también los pensamientos, actitudes y prioridades de uno. La pregunta de Jesús desafía a los creyentes a examinar si sus vidas realmente reflejan Su señorío.
Dietrich Bonhoeffer, en su obra clásica "El Costo del Discipulado," escribe sobre el concepto de "gracia barata" versus "gracia costosa." La gracia barata, explica, es gracia sin discipulado, gracia sin la cruz, gracia sin Jesucristo. La gracia costosa, por otro lado, nos llama a seguir a Jesús y a vivir Sus enseñanzas, incluso cuando requiere sacrificio y abnegación. Las ideas de Bonhoeffer resuenan con el mensaje de Lucas 6:46, recordándonos que el verdadero discipulado implica un compromiso costoso y de todo corazón con Jesús.
Lucas 6:46 es un versículo poderoso y desafiante que llama a los creyentes a examinar la autenticidad de su fe. La pregunta de Jesús, "¿Por qué me llamáis, 'Señor, Señor,' y no hacéis lo que digo?" expone la inconsistencia entre la profesión verbal y la obediencia real. Subraya la importancia del discipulado genuino, donde la fe se demuestra a través de acciones que se alinean con las enseñanzas de Jesús.
La importancia de este versículo radica en su llamado a un compromiso sincero con el señorío de Jesús, evidenciado por una vida de obediencia. Nos recuerda que la verdadera fe va más allá de las meras palabras e implica una transformación del corazón, capacitada por el Espíritu Santo. Como creyentes, estamos llamados a construir nuestras vidas sobre la base sólida de las enseñanzas de Cristo, asegurando que nuestra fe sea resiliente y duradera.
Al reflexionar sobre Lucas 6:46, que seamos desafiados a vivir nuestra fe con sinceridad y devoción, reconociendo que el señorío de Jesús exige nuestra total lealtad y obediencia.