Marcos 10:29-31 es un pasaje que habla de los sacrificios y recompensas de seguir a Jesús. En este pasaje, Jesús responde a Pedro, quien acaba de señalar que los discípulos han dejado todo para seguirlo. Jesús dice:
“De cierto os digo,” respondió Jesús, “nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o tierras por mí y por el evangelio dejará de recibir cien veces más en esta época presente: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras—junto con persecuciones—y en la era venidera, la vida eterna. Pero muchos que son primeros serán últimos, y los últimos primeros.” (Marcos 10:29-31, NVI)
Para comprender completamente el significado de este pasaje, necesitamos profundizar en su contexto, sus implicaciones inmediatas para los discípulos y su significado teológico más amplio para todos los creyentes.
Este pasaje ocurre durante el viaje de Jesús a Jerusalén, donde finalmente enfrentará la crucifixión. Antes de esta declaración, Jesús acaba de encontrarse con el joven rico, quien preguntó qué debía hacer para heredar la vida eterna. Jesús le dijo que vendiera todo lo que tenía, lo diera a los pobres y lo siguiera. El joven se fue triste porque tenía muchas riquezas. Este incidente lleva a Jesús a enseñar sobre la dificultad para los ricos de entrar en el reino de Dios, lo cual asombra a los discípulos.
Pedro, quizás buscando consuelo, le recuerda a Jesús que ellos han dejado todo para seguirlo. La respuesta de Jesús, encapsulada en los versículos 29-31, es tanto un consuelo como un momento de enseñanza.
Jesús comienza reconociendo los sacrificios hechos por aquellos que lo siguen. La lista—casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos, tierras—representa los aspectos más significativos de la vida de una persona, abarcando familia, sustento y seguridad. Al mencionar estos, Jesús está enfatizando la naturaleza integral del compromiso requerido para seguirlo.
El llamado a dejar estas cosas