Mateo 10:28 es un versículo que ha generado mucha reflexión y discusión entre los cristianos que buscan entender la profundidad de las enseñanzas de Jesús. El versículo dice:
"Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno." (ESV)
Este versículo se sitúa dentro de un discurso más amplio donde Jesús está preparando a Sus discípulos para la misión de difundir el Evangelio. Les está dando instrucciones, advertencias y ánimos mientras salen a un mundo que no siempre puede ser receptivo a su mensaje. Para comprender plenamente el significado de Mateo 10:28, es esencial considerar el contexto, el lenguaje específico utilizado y las implicaciones teológicas de las palabras de Jesús.
En Mateo 10, Jesús está comisionando a Sus doce discípulos para que salgan y prediquen el Reino de los Cielos. Les advierte sobre la persecución que enfrentarán y los anima a ser valientes y sin miedo en su misión. El contexto inmediato del versículo 28 incluye los versículos 26-31, donde Jesús habla sobre el miedo y el valor de los discípulos a los ojos de Dios:
"Así que no les temáis, porque nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno. ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. Y hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Así que, no temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos." (Mateo 10:26-31, ESV)
Jesús contrasta dos tipos de miedo en este pasaje. El primero es el miedo a los seres humanos que tienen el poder de dañar o incluso matar el cuerpo. Este tipo de miedo es natural e instintivo, pero Jesús insta a Sus discípulos a trascenderlo. El segundo tipo de miedo es un temor reverencial a Dios, quien tiene la autoridad última sobre el alma y el cuerpo. Este miedo no se trata de terror, sino de asombro y respeto por el poder soberano y la justicia de Dios.
En la antropología bíblica, el "alma" (griego: ψυχή, psychē) a menudo se refiere al principio de vida o al aspecto inmaterial de una persona, mientras que el "cuerpo" (griego: σῶμα, sōma) se refiere al aspecto físico. Jesús está haciendo una declaración profunda sobre la naturaleza de la existencia humana. Si bien la vida física es importante, no es la realidad última. El alma, que representa el aspecto eterno de una persona, tiene mayor importancia. Por lo tanto, el miedo a perder la vida física no debe eclipsar la reverencia debida a Dios, quien tiene control sobre el destino eterno.
La frase "aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno" se refiere a la autoridad última de Dios sobre el juicio eterno. El término "infierno" (griego: γέεννα, Gehenna) se deriva del Valle de Hinom, un lugar fuera de Jerusalén asociado con la idolatría y el sacrificio de niños en el Antiguo Testamento (2 Reyes 23:10, Jeremías 7:31). Para la época de Jesús, se había convertido en un símbolo de juicio final y separación eterna de Dios. Jesús está enfatizando que la autoridad de Dios se extiende más allá de la muerte física hasta el estado eterno del alma.
Varios temas teológicos emergen de este versículo:
La Soberanía de Dios: La autoridad de Dios es suprema, extendiéndose tanto sobre los reinos físico como espiritual. Esta soberanía exige un temor reverencial que reconoce Su poder y justicia últimos.
La Perspectiva Eterna: Jesús anima a Sus discípulos a adoptar una perspectiva eterna, valorando el destino del alma sobre la existencia física temporal. Esta perspectiva se alinea con la enseñanza de Pablo en 2 Corintios 4:16-18, donde contrasta la naturaleza temporal de la aflicción física con el peso eterno de la gloria.
La Seguridad del Cuidado de Dios: A pesar del llamado a temer a Dios, Jesús inmediatamente asegura a Sus discípulos su valor para Dios. La analogía de los pajarillos y la numeración de los cabellos de sus cabezas subraya el conocimiento íntimo y el cuidado de Dios por cada individuo. Esta seguridad mitiga el miedo a las amenazas humanas y refuerza la confianza en el cuidado providencial de Dios.
Para los cristianos contemporáneos, Mateo 10:28 ofrece varias lecciones prácticas:
Valentía en el Testimonio: Así como los discípulos fueron enviados a proclamar el Evangelio, los cristianos hoy están llamados a compartir su fe. Esta misión a menudo implica enfrentar oposición, ridículo o incluso persecución. Las palabras de Jesús animan a los creyentes a permanecer firmes y valientes, priorizando la fidelidad a Dios sobre el miedo a la desaprobación humana.
Reverencia por Dios: El llamado a temer a Dios es un llamado a vivir con un profundo sentido de Su santidad y autoridad. Esta reverencia moldea el comportamiento ético, la adoración y la toma de decisiones diarias, alineando la vida de uno con la voluntad de Dios.
Perspectiva Eterna: En un mundo preocupado por el éxito material y el bienestar físico, la enseñanza de Jesús redirige el enfoque al estado eterno del alma. Esta perspectiva influye en cómo los cristianos ven el sufrimiento, la pérdida y el propósito último de la vida.
Confianza en el Cuidado de Dios: La seguridad del conocimiento íntimo y el cuidado de Dios proporciona consuelo en tiempos de incertidumbre y miedo. Los creyentes pueden confiar en que la soberanía de Dios está acompañada de Su amor y cuidado por cada individuo.
Mateo 10:28 encapsula una enseñanza profunda de Jesús sobre el miedo, la autoridad y la importancia eterna del alma. Al contrastar el miedo a las amenazas humanas con el temor reverencial a Dios, Jesús llama a Sus discípulos a una perspectiva más alta que valora el destino eterno sobre la existencia física temporal. Esta enseñanza sigue siendo relevante para los cristianos hoy, ofreciendo valentía, reverencia, una perspectiva eterna y confianza en el cuidado providencial de Dios. En un mundo lleno de desafíos e incertidumbres, las palabras de Jesús continúan inspirando fidelidad y resiliencia en la misión de proclamar el Evangelio.