¿Quién acompañó a Jesús durante la transfiguración?

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La Transfiguración de Jesús es uno de los eventos más profundos y misteriosos registrados en el Nuevo Testamento. Este evento trascendental se describe en el Evangelio de Mateo, específicamente en Mateo 17:1-8. La Transfiguración proporciona una visión única de la naturaleza divina de Jesús y sirve como un momento crucial en Su ministerio terrenal. Para entender quiénes acompañaron a Jesús durante este evento, necesitamos profundizar en el relato bíblico y explorar su significado teológico.

Según Mateo 17:1-2, "Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de Santiago, y los llevó aparte a un monte alto. Allí se transfiguró delante de ellos. Su rostro resplandecía como el sol, y sus ropas se volvieron blancas como la luz." Los tres discípulos—Pedro, Santiago y Juan—fueron elegidos por Jesús para presenciar este evento extraordinario. Estos tres formaban parte del círculo íntimo de Jesús, a menudo presentes durante momentos significativos en Su ministerio.

Pedro, también conocido como Simón Pedro, fue uno de los primeros discípulos llamados por Jesús. A menudo se le considera el líder de los apóstoles y es conocido por su audacia y a veces naturaleza impulsiva. Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, también estaban entre los primeros discípulos. Eran conocidos como los "Hijos del Trueno" (Marcos 3:17), probablemente debido a su fervor y naturaleza apasionada. Estos tres discípulos tuvieron el privilegio de presenciar eventos que otros no, como la resurrección de la hija de Jairo (Marcos 5:37) y la agonía de Jesús en el Jardín de Getsemaní (Mateo 26:37).

Mientras Jesús se transfiguraba, Su gloria divina fue revelada a Pedro, Santiago y Juan. Esta transformación no fue meramente un cambio de apariencia, sino una revelación de Su naturaleza divina. El resplandor de Su rostro y la blancura deslumbrante de Sus ropas simbolizaban Su pureza y santidad. Este momento fue un anticipo de la gloria que Jesús revelaría plenamente después de Su resurrección y ascensión.

Mateo 17:3 continúa, "En ese momento se les aparecieron Moisés y Elías, conversando con Jesús." La aparición de Moisés y Elías junto a Jesús está llena de significado simbólico. Moisés, el gran legislador, y Elías, el profeta, representan la Ley y los Profetas, respectivamente. Su presencia significa que Jesús es el cumplimiento tanto de la Ley como de los Profetas, como Él mismo declaró en Mateo 5:17, "No piensen que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos, sino a cumplirlos."

La conversación entre Jesús, Moisés y Elías no se detalla en el relato de Mateo, pero el Evangelio de Lucas proporciona información adicional. Lucas 9:31 dice que "hablaban de su partida, que estaba a punto de cumplirse en Jerusalén." Esta conversación probablemente se centró en el sufrimiento, muerte y resurrección inminentes de Jesús, enfatizando el propósito redentor de Su misión.

La reacción de Pedro a la Transfiguración se registra en Mateo 17:4, "Pedro dijo a Jesús: 'Señor, es bueno que estemos aquí. Si quieres, levantaré tres refugios: uno para ti, uno para Moisés y uno para Elías.'" La sugerencia de Pedro de construir refugios refleja su deseo de prolongar este momento glorioso y su incomprensión de su significado. Quería capturar el encuentro divino, quizás sin comprender completamente que la misión de Jesús requería que descendiera del monte y enfrentara el sufrimiento que le esperaba.

Mientras Pedro aún hablaba, una nube brillante los envolvió, y una voz desde la nube dijo: "Este es mi Hijo amado; en él tengo complacencia. ¡Escúchenlo!" (Mateo 17:5). Esta proclamación divina eco de las palabras pronunciadas en el bautismo de Jesús (Mateo 3:17) y afirma la identidad de Jesús como el Hijo amado de Dios. El mandato de "escúchenlo" subraya la autoridad de las enseñanzas de Jesús y la necesidad de atender Sus palabras.

La reacción de los discípulos a esta revelación divina es de miedo y asombro. Mateo 17:6-7 describe, "Cuando los discípulos oyeron esto, cayeron rostro en tierra, aterrorizados. Pero Jesús se acercó y los tocó. 'Levántense,' dijo. 'No tengan miedo.'" El toque de Jesús y Sus palabras reconfortantes destacan Su compasión y la relación íntima que comparte con Sus discípulos. Su presencia disipa su miedo y los anima a levantarse y continuar su camino con Él.

Mientras descendían del monte, Jesús instruyó a los discípulos, "No cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos" (Mateo 17:9). Este mandato de silencio, conocido como el "Secreto Mesiánico," es un tema recurrente en los Evangelios. Jesús a menudo instruía a Sus discípulos a mantener ciertas revelaciones en privado hasta el momento adecuado, probablemente para evitar malentendidos sobre Su misión y evitar intentos prematuros de convertirlo en un Mesías político.

La Transfiguración es un evento teológico profundo que revela la naturaleza divina de Jesús, el cumplimiento de la Ley y los Profetas, y el propósito redentor de Su misión. La presencia de Pedro, Santiago y Juan subraya su papel como testigos clave del ministerio de Jesús y el desarrollo del plan redentor de Dios. Este evento también sirve como una fuente de aliento y esperanza para los creyentes, recordándonos la gloria que espera a aquellos que siguen a Cristo.

Al reflexionar sobre la Transfiguración, es esencial considerar sus implicaciones más amplias para nuestra fe. El apóstol Pedro, quien presenció la Transfiguración, escribió más tarde sobre su significado en su segunda epístola. En 2 Pedro 1:16-18, él dice, "Porque no seguimos fábulas ingeniosamente inventadas cuando les hicimos saber acerca del poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, sino que fuimos testigos oculares de su majestad. Él recibió honor y gloria de Dios Padre cuando la voz le llegó desde la Majestuosa Gloria, diciendo: 'Este es mi Hijo amado; en él tengo complacencia.' Nosotros mismos oímos esta voz que venía del cielo cuando estábamos con él en el monte sagrado."

El testimonio de Pedro afirma la realidad de la Transfiguración y su importancia en la confirmación de la identidad y misión divina de Jesús. También sirve como un recordatorio de que nuestra fe está basada en eventos históricos presenciados por individuos creíbles.

La Transfiguración nos invita a contemplar el misterio de las naturalezas divina y humana de Cristo. Nos llama a escuchar a Jesús, como lo ordenó la voz desde la nube, y a seguirlo con fe y devoción inquebrantables. Nos asegura que, a pesar del sufrimiento y los desafíos que podamos enfrentar, la gloria de Dios se revela en y a través de Jesucristo.

En conclusión, la Transfiguración de Jesús es un momento de revelación divina presenciado por Pedro, Santiago y Juan. Revela la naturaleza divina de Jesús, el cumplimiento de la Ley y los Profetas, y el propósito redentor de Su misión. Este evento nos llama a escuchar a Jesús, seguirlo fielmente y encontrar esperanza en la gloria que nos espera en Su reino eterno.

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