¿Qué explica el capítulo 22 de Apocalipsis?

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El capítulo 22 de Apocalipsis es una conclusión profunda de la narrativa bíblica, encapsulando la culminación del plan redentor de Dios para la humanidad y el cosmos. Como el capítulo final de la Biblia, ofrece una visión de esperanza, restauración y comunión eterna con Dios. Es un capítulo rico en imágenes y promesas que resuenan profundamente con los temas generales de las Escrituras. Para entender Apocalipsis 22, debemos explorar sus diversos elementos y cómo contribuyen a la narrativa bíblica.

El capítulo comienza con una vívida representación del río de la vida y el árbol de la vida. En Apocalipsis 22:1-2, Juan escribe: "Luego el ángel me mostró el río del agua de la vida, claro como el cristal, que fluía del trono de Dios y del Cordero por el centro de la calle principal de la ciudad. A cada lado del río estaba el árbol de la vida, que da doce cosechas de fruto, rindiendo su fruto cada mes. Y las hojas del árbol son para la sanidad de las naciones." Esta imagen remite al Jardín del Edén en Génesis, donde se mencionó por primera vez el árbol de la vida (Génesis 2:9). Aquí, el árbol de la vida reaparece, simbolizando la restauración de lo que se perdió por el pecado. El río de la vida representa el sustento eterno y la vida que fluye de la presencia de Dios. Esta visión asegura a los creyentes la renovación completa y la sanidad que caracterizarán el reino eterno de Dios.

El capítulo continúa enfatizando la ausencia de la maldición. Apocalipsis 22:3 dice: "Ya no habrá más maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad, y sus siervos le servirán." Esto significa la reversión de la Caída, donde la maldición del pecado y la muerte entraron al mundo (Génesis 3:17-19). En la nueva creación, los efectos del pecado son erradicados, y el pueblo de Dios habitará en Su presencia sin las barreras del pecado y la muerte. La imagen del trono de Dios y del Cordero significa su reinado eterno y la relación íntima que los creyentes disfrutarán con ellos.

Además, Apocalipsis 22:4-5 ofrece un vistazo al estado eterno del pueblo de Dios: "Verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá más noche. No necesitarán la luz de una lámpara ni la luz del sol, porque el Señor Dios les dará luz. Y reinarán por los siglos de los siglos." Ver el rostro de Dios representa una relación íntima y directa con Él, algo que no era posible en el Antiguo Testamento debido al pecado (Éxodo 33:20). El nombre en sus frentes significa propiedad e identidad; los creyentes están marcados como propios de Dios. La ausencia de noche y la necesidad de luz artificial subraya la presencia perpetua y la gloria de Dios, que ilumina la nueva creación.

El capítulo transiciona a una serie de afirmaciones y exhortaciones. En Apocalipsis 22:6-7, el ángel asegura a Juan la confiabilidad de las visiones que ha visto: "El ángel me dijo: 'Estas palabras son dignas de confianza y verdaderas. El Señor, el Dios que inspira a los profetas, envió a su ángel para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.' '¡Mira, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía escrita en este rollo.'" Esto sirve como un recordatorio de la fiabilidad de las promesas de Dios y la urgencia de vivir en anticipación del regreso de Cristo.

La respuesta de Juan en Apocalipsis 22:8-9, donde se postra para adorar al ángel, proporciona una advertencia contra la adoración equivocada. El ángel lo corrige, diciendo: "¡No hagas eso! Soy un consiervo contigo y con tus compañeros los profetas y con todos los que guardan las palabras de este rollo. ¡Adora a Dios!" Esta interacción subraya la centralidad de adorar solo a Dios y la igualdad de todos los creyentes como siervos de Dios.

El capítulo continúa con un mensaje de urgencia y preparación. Apocalipsis 22:10-11 dice: "Luego me dijo: 'No selles las palabras de la profecía de este rollo, porque el tiempo está cerca. Que el que hace el mal siga haciendo el mal; que el vil siga siendo vil; que el que hace el bien siga haciendo el bien; y que el santo siga siendo santo.'" A diferencia de las visiones selladas en Daniel 12:4, la revelación de Juan está destinada a ser proclamada y entendida, ya que se refiere a la realidad inmediata y continua de la vida cristiana.

Las secciones finales del capítulo enfatizan el regreso inminente de Jesús y las recompensas que trae. En Apocalipsis 22:12-13, Jesús declara: "¡Mira, vengo pronto! Mi recompensa está conmigo, y daré a cada persona según lo que haya hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin." Esto reitera la certeza de Su regreso y la responsabilidad de todas las personas ante Él. Los títulos "Alfa y Omega" afirman la naturaleza eterna de Cristo y su soberanía sobre la historia.

Apocalipsis 22:14-15 contrasta la bienaventuranza de aquellos que entran en la ciudad con la exclusión de aquellos que permanecen afuera: "Bienaventurados los que lavan sus ropas, para que tengan derecho al árbol de la vida y puedan entrar por las puertas de la ciudad. Fuera están los perros, los que practican artes mágicas, los inmorales sexuales, los asesinos, los idólatras y todos los que aman y practican la falsedad." Esto destaca la necesidad de pureza y justicia, obtenidas a través de Cristo, para participar en las bendiciones eternas del reino de Dios.

Los versículos finales del capítulo ofrecen una invitación final y una advertencia solemne. Apocalipsis 22:16-17 presenta la autoidentificación de Jesús y una invitación a todos: "Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para darles este testimonio a las iglesias. Yo soy la Raíz y el Descendiente de David, y la brillante Estrella de la Mañana. El Espíritu y la novia dicen: '¡Ven!' Y el que oye diga: '¡Ven!' Que el que tenga sed venga; y que el que quiera tome el regalo gratuito del agua de la vida." Esta invitación subraya la gracia y accesibilidad de la salvación a través de Jesucristo.

Apocalipsis 22:18-19 proporciona una advertencia contra alterar el mensaje del libro: "Advierto a todos los que oyen las palabras de la profecía de este rollo: Si alguien añade algo a ellas, Dios añadirá a esa persona las plagas descritas en este rollo. Y si alguien quita palabras de este rollo de profecía, Dios quitará a esa persona cualquier parte en el árbol de la vida y en la Ciudad Santa, que están descritas en este rollo." Esto subraya la santidad y completitud de la revelación de Dios.

El capítulo cierra con una promesa y una oración. Apocalipsis 22:20-21 registra la promesa de Jesús y la respuesta de Juan: "El que testifica de estas cosas dice: 'Sí, vengo pronto.' Amén. Ven, Señor Jesús. La gracia del Señor Jesús sea con el pueblo de Dios. Amén." Esto expresa la esperanza y anticipación del regreso de Cristo y la gracia sustentadora para los creyentes mientras esperan Su venida.

En resumen, el capítulo 22 de Apocalipsis encapsula el cumplimiento de las promesas de Dios, la restauración de la creación y la comunión eterna entre Dios y Su pueblo. Ofrece una visión de esperanza, instando a los creyentes a vivir en preparación para el regreso de Cristo, y extiende una invitación a todos para participar en la gracia vivificante de Dios. Es un capítulo que llama a la adoración, la santidad y la anticipación, ya que señala la realidad última del reino eterno de Dios.

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