El libro de Apocalipsis, con su vívida imaginería y profundo simbolismo, ha fascinado e intrigado a los cristianos durante mucho tiempo. Entre sus muchas figuras enigmáticas, los dos testigos descritos en Apocalipsis 11:3-12 se destacan como particularmente convincentes. Estos dos testigos son centrales en el drama que se desarrolla en los últimos tiempos, y su identidad ha sido objeto de mucha especulación y debate teológico.
Apocalipsis 11:3-4 presenta a los dos testigos: "Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos son los dos olivos y los dos candeleros que están delante del Señor de la tierra." Este pasaje inmediatamente plantea varias preguntas: ¿Quiénes son estos testigos? ¿Cuál es su papel? ¿Y cuál es el significado de su descripción como olivos y candeleros?
Para entender la identidad de los dos testigos, es útil considerar el contexto más amplio de la profecía y el simbolismo bíblico. La imaginería de los olivos y los candeleros se toma del Antiguo Testamento, específicamente del libro de Zacarías. En Zacarías 4, el profeta ve una visión de un candelabro de oro flanqueado por dos olivos. Cuando Zacarías pregunta sobre el significado de esta visión, se le dice: "Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra" (Zacarías 4:14). Esta conexión sugiere que los dos testigos en Apocalipsis son ungidos de manera similar por Dios para un propósito especial.
Muchos eruditos y teólogos han propuesto varias interpretaciones sobre la identidad de los dos testigos. Una interpretación común es que representan a dos individuos específicos de la historia bíblica que regresarán en los últimos tiempos. Los candidatos más frecuentemente sugeridos son Moisés y Elías. Esta interpretación se basa en varios factores:
Poderes Milagrosos: Se describe que los dos testigos tienen el poder de realizar milagros. Apocalipsis 11:6 dice: "Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran." Estos milagros recuerdan a los realizados por Moisés y Elías. Moisés convirtió las aguas del Nilo en sangre (Éxodo 7:20), y Elías hizo descender fuego del cielo y cerró los cielos para que no lloviera (1 Reyes 17:1, 18:38).
Transfiguración: Moisés y Elías aparecieron con Jesús durante la Transfiguración (Mateo 17:1-3; Marcos 9:2-4; Lucas 9:28-30). Este evento destacó sus roles únicos en el plan de Dios y su conexión con el Mesías. Su aparición con Jesús en la montaña es vista por algunos como un presagio de su futuro papel como los dos testigos.
Tradición Judía: La tradición judía sostiene que tanto Moisés como Elías regresarán antes de la venida del Mesías. Malaquías 4:5-6 profetiza el regreso de Elías: "He aquí, yo os envío al profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres; no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición." Algunas tradiciones judías también hablan del regreso de Moisés.
Otra interpretación es que los dos testigos simbolizan a la iglesia y su testimonio profético al mundo. Esta visión está respaldada por la descripción de los testigos como candeleros, que en Apocalipsis 1:20 se identifican como símbolos de las iglesias. Según esta interpretación, los dos testigos representan a la iglesia fiel proclamando el evangelio y llamando a la gente al arrepentimiento durante el período de tribulación. Su ministerio se caracteriza por el sufrimiento y la persecución, simbolizados por su vestimenta de cilicio.
El número dos es significativo en este contexto porque cumple con el requisito de un testimonio válido. Deuteronomio 19:15 dice: "Un solo testigo no bastará para condenar a nadie por cualquier delito o pecado que haya cometido; el asunto se resolverá por el testimonio de dos o tres testigos." Al enviar dos testigos, Dios asegura que su testimonio sea creíble y autoritativo.
El ministerio de los dos testigos está marcado tanto por el juicio como por la gracia. Tienen el poder de herir la tierra con plagas y de cerrar los cielos, pero su misión principal es llamar a la gente al arrepentimiento. Su mensaje es uno de advertencia y esperanza, instando a la gente a volverse a Dios antes de que sea demasiado tarde.
El destino de los dos testigos también es significativo. Después de completar su testimonio, son asesinados por "la bestia que sube del abismo" (Apocalipsis 11:7). Sus cuerpos yacen en las calles de la gran ciudad, que figurativamente se llama Sodoma y Egipto, durante tres días y medio. El mundo se regocija por su muerte, pero su regocijo es de corta duración. Después de tres días y medio, Dios insufla vida en los testigos, y se ponen de pie. Una voz del cielo los llama a "Subid acá", y ascienden al cielo en una nube mientras sus enemigos los observan (Apocalipsis 11:11-12).
La resurrección y ascensión de los dos testigos sirven como un poderoso testimonio de la soberanía de Dios y el triunfo final de Sus propósitos. Su vindicación subraya la verdad de que, a pesar de la persecución y el sufrimiento, los testigos fieles de Dios serán finalmente victoriosos.
En conclusión, la identidad de los dos testigos en el libro de Apocalipsis sigue siendo un tema de debate entre los cristianos. Ya sea que se entiendan como figuras históricas específicas como Moisés y Elías o como representaciones simbólicas de la iglesia, su papel en el plan redentor de Dios es claro. Son ungidos por Dios para proclamar Su mensaje de juicio y gracia, para llamar a la gente al arrepentimiento y para dar testimonio de la verdad del evangelio. Su ministerio, marcado por poderes milagrosos, sufrimiento y eventual vindicación, sirve como un poderoso recordatorio de la fidelidad de Dios y la certeza de Su victoria final.