Compartir el evangelio con los no creyentes es tanto una responsabilidad profunda como un privilegio gozoso para los cristianos. Como pastor cristiano no denominacional, creo que la evangelización efectiva se basa en el amor, la autenticidad y una comprensión profunda del mensaje del evangelio. La Gran Comisión, registrada en Mateo 28:19-20, nos llama a "ir y hacer discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a obedecer todo lo que os he mandado." Este mandato subraya la importancia de la evangelización en la vida cristiana. Aquí, delinearé varios principios y estrategias para compartir el evangelio de manera efectiva.
Antes de que podamos compartir el evangelio de manera efectiva, debemos tener una comprensión clara y completa de lo que es el evangelio. El evangelio, o "buenas nuevas," es el mensaje de Jesucristo: Su vida, muerte, resurrección y la salvación que ofrece. En esencia, es la historia del amor de Dios por la humanidad y Su plan para nuestra redención. Juan 3:16 captura sucintamente este mensaje: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna."
El evangelio aborda el problema del pecado y la relación rota entre Dios y la humanidad. Romanos 3:23 nos recuerda que "todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios," y Romanos 6:23 explica que "la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor." El mensaje del evangelio trata sobre la reconciliación y la restauración, ofreciendo esperanza y nueva vida a través de la fe en Jesucristo.
La evangelización efectiva a menudo comienza con la construcción de relaciones genuinas. Las personas son más receptivas al evangelio cuando lo ven vivido en las vidas de aquellos que conocen y en quienes confían. Jesús mismo modeló este enfoque relacional. Pasó tiempo con las personas, compartió comidas con ellas y mostró compasión por sus necesidades. En Juan 13:34-35, Jesús dijo: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros."
Construir relaciones implica escuchar, mostrar empatía y estar genuinamente interesado en las vidas de los demás. Significa estar presente y disponible, ofreciendo apoyo y aliento. Cuando las personas ven el amor de Cristo reflejado en nuestras acciones y actitudes, es más probable que estén abiertas a escuchar sobre la fuente de ese amor.
Nuestras acciones a menudo hablan más fuerte que nuestras palabras. Vivir el evangelio en nuestra vida diaria es una forma poderosa de testimonio. Esto significa demostrar integridad, bondad, humildad y perdón. Significa servir a los demás y poner sus necesidades por delante de las nuestras. En Mateo 5:16, Jesús dijo: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos."
Vivir el evangelio también implica ser transparente sobre nuestras propias luchas y debilidades. Los no creyentes necesitan ver que los cristianos no son perfectos, sino que somos personas que dependemos de la gracia y el perdón de Dios. Esta autenticidad puede hacer que el mensaje del evangelio sea más relatable y convincente.
Una de las formas más efectivas de compartir el evangelio es a través de tu testimonio personal. Tu historia de cómo llegaste a la fe en Cristo puede ser una herramienta poderosa para la evangelización. Proporciona un ejemplo tangible del poder transformador del evangelio. En 1 Pedro 3:15, se nos anima a "estar siempre preparados para responder a todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros. Pero hacedlo con gentileza y respeto."
Al compartir tu testimonio, enfócate en tres elementos clave: tu vida antes de Cristo, cómo llegaste a conocer a Cristo y los cambios que han ocurrido en tu vida desde entonces. Sé honesto y específico, pero también ten en cuenta a tu audiencia. Adapta tu testimonio para que sea relevante para la persona con la que estás hablando, destacando aspectos de tu historia que puedan resonar con sus experiencias y luchas.
Cuando se trata de compartir el evangelio, la claridad es crucial. El mensaje del evangelio es simple, pero también es profundo. Evita usar términos teológicos demasiado complejos o jerga cristiana que pueda ser confusa para los no creyentes. En su lugar, enfócate en los elementos centrales del evangelio: el amor de Dios, el problema del pecado, el sacrificio de Jesús y la invitación a la fe y el arrepentimiento.
Un marco útil para compartir el evangelio es el "Camino de Romanos," que utiliza versículos del Libro de Romanos para explicar los puntos clave del mensaje del evangelio: - Romanos 3:23: "Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios." - Romanos 6:23: "Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor." - Romanos 5:8: "Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros." - Romanos 10:9: "Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo."
Usando estos versículos, puedes guiar a un no creyente a través de las verdades esenciales del evangelio de manera clara y concisa.
Los no creyentes a menudo tienen preguntas y objeciones sobre la fe cristiana. Es importante abordar estas preguntas con paciencia, respeto y una disposición a entablar un diálogo significativo. En Colosenses 4:6, Pablo aconseja: "Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno."
Prepárate para abordar preguntas comunes sobre la existencia de Dios, el problema del mal, la fiabilidad de la Biblia y la exclusividad de Cristo. Está bien admitir cuando no tienes todas las respuestas. Lo que más importa es tu disposición a escuchar y a buscar respuestas juntos. Recursos como "Mero Cristianismo" de C.S. Lewis o "El Caso de Cristo" de Lee Strobel pueden ser útiles para abordar algunas de estas preguntas.
La oración es un componente esencial de la evangelización efectiva. Ora por guía, sabiduría y las palabras correctas para decir. Ora por los corazones de aquellos a quienes estás tratando de alcanzar, para que estén abiertos al mensaje del evangelio. En Efesios 6:18-20, Pablo enfatiza la importancia de la oración en la evangelización: "Orad en el Espíritu en todo tiempo con toda oración y súplica. Con esto en mente, estad alerta y siempre perseverad en oración por todos los santos. Orad también por mí, para que cuando hable, me sean dadas las palabras para dar a conocer con valor el misterio del evangelio."
Confía en que Dios está obrando en las vidas de aquellos por quienes estás orando, y sé sensible a las oportunidades que Él te proporciona para compartir el evangelio.
Finalmente, recuerda que la obra de la salvación es, en última instancia, obra de Dios. Nuestro papel es ser fieles en compartir el evangelio, pero es el Espíritu Santo quien convence los corazones y lleva a las personas a la fe. En Juan 6:44, Jesús dice: "Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió." Confía en la soberanía de Dios y en Su tiempo perfecto.
Compartir el evangelio con los no creyentes puede ser un desafío, pero también es increíblemente gratificante. Al construir relaciones, vivir el evangelio, compartir tu testimonio, comunicarte claramente, abordar preguntas, orar por guía y confiar en la soberanía de Dios, puedes ser un testigo efectivo para Cristo. Recuerda que no estás solo en este esfuerzo; Dios está contigo, empoderándote y obrando a través de ti para llevar a otros a Él.