¿Qué distingue la oración contemplativa de otras formas?

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La oración contemplativa, a menudo vista como el pináculo de las experiencias íntimas entre un creyente y Dios, ocupa un lugar distintivo dentro de la tradición cristiana de la oración. A diferencia de las formas más vocales o peticionarias de oración, la oración contemplativa invita al individuo a una comunión silenciosa y profunda con lo divino. Esta forma de oración no se trata de pedir cosas o incluso de pronunciar palabras, sino de estar presente con Dios y permitir que uno mismo sea transformado por Su presencia.

Entendiendo la Oración Contemplativa

La oración contemplativa está arraigada en el deseo de encontrar a Dios directamente, más allá de los confines del lenguaje hablado y el pensamiento conceptual. Los místicos del cristianismo, como San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila y Thomas Merton, han sido algunos de sus mayores defensores, enseñando que la oración contemplativa va más allá del mero discurso con Dios para convertirse en una experiencia de Dios mismo.

Esta forma de oración se caracteriza por un profundo sentido de adoración amorosa y entrega a Dios. Implica una cesación del trabajo activo de la mente (es decir, razonar, analizar, planificar) para simplemente estar en la presencia de Dios, abierto a Su influencia divina. El salmista captura bien este sentimiento cuando escribe: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10). En esta quietud, el alma encuentra su comunión más profunda con lo Divino.

Diferenciación de Otras Formas de Oración

Para entender mejor lo que distingue a la oración contemplativa de otras formas, es útil compararla con dos otras formas prevalentes de oración en la tradición cristiana: la súplica y la oración intercesora.

La súplica implica llevar las propias necesidades y deseos ante Dios, pidiendo Su intervención divina. Es una forma activa de oración que a menudo implica hablar, ya sea en silencio o en voz alta, y se centra en peticiones específicas.

La oración intercesora es otra forma activa de oración donde el creyente intercede en nombre de otros. Esto podría ser por las necesidades de individuos, grupos o incluso naciones enteras. Al igual que la súplica, típicamente implica palabras y está dirigida hacia resultados particulares.

La oración contemplativa, por otro lado, no está dirigida hacia resultados externos sino hacia la transformación interna. Se trata menos de hacer y más de ser. En este estado, el alma se presenta ante Dios sin palabras, pensamientos o imágenes. Esto podría llamarse la "oración del corazón" en lugar de la oración de la mente.

El Papel del Silencio en la Oración Contemplativa

El silencio es un elemento fundamental de la oración contemplativa. Este silencio no es meramente una ausencia de ruido, sino una cesación del esfuerzo personal y el dejar ir la propia agenda. En este espacio de silencio, el creyente no es pasivo, sino que está activamente comprometido en una profunda comunión no verbal con Dios. Esta forma de oración se describe bellamente en el clásico anónimo del siglo XIV, "La Nube del No Saber", donde el autor invita al lector a entrar en una relación profunda con Dios a través de la "nube del olvido" (dejando ir los pensamientos y deseos personales) y la "nube del no saber" (abrazando el misterio de Dios).

Los Frutos de la Oración Contemplativa

Los frutos de la oración contemplativa son múltiples. A medida que los creyentes se involucran en esta práctica, a menudo informan de un profundo sentido de paz, un sentimiento profundo de ser amados por Dios y una mayor capacidad para amar a los demás. Esta forma de oración puede llevar a lo que San Pablo describe como ser "transformados por la renovación de vuestra mente" (Romanos 12:2). A medida que la mente se renueva, también lo hace la vida del creyente, a menudo llevando a un sentido más profundo de propósito, una mayor conciencia de lo sagrado en la vida cotidiana y un compromiso más profundo con las enseñanzas de Jesús.

Desafíos y Malentendidos

A pesar de sus profundos beneficios, la oración contemplativa no está exenta de desafíos. Los principiantes pueden encontrar difícil "calmar la mente" o sentir que están "haciéndolo mal" cuando luchan con la distracción. Es importante entender que la distracción es una parte normal de la cognición humana y no debe verse como un fracaso. El llamado es a regresar suavemente a la presencia de Dios cada vez que uno se da cuenta de pensamientos errantes.

Además, la oración contemplativa a veces se malinterpreta como "demasiado pasiva" o "evasiva". Sin embargo, la verdadera oración contemplativa está profundamente comprometida con la realidad del amor de Dios y busca manifestar esta realidad en el mundo. No es una escapatoria del mundo, sino un compromiso más profundo con él a través del lente de la presencia y acción divina.

Integrando la Oración Contemplativa en la Vida Diaria

Integrar la oración contemplativa en la vida diaria puede ser un esfuerzo gratificante que enriquece el viaje espiritual de uno. Comenzar con solo unos minutos al día y aumentar gradualmente el tiempo puede ser un enfoque práctico. También es beneficioso crear un ambiente propicio para la oración: un espacio tranquilo, libre de interrupciones, que pueda ayudar a fomentar el silencio que requiere la oración contemplativa.

En conclusión, la oración contemplativa es una forma única y profunda de oración que invita a los creyentes a un encuentro profundo y transformador con Dios. Se distingue por su enfoque en la adoración silenciosa y amorosa y la transformación que proviene de esta comunión íntima. Como con todas las prácticas espirituales, requiere paciencia, persistencia y apertura al misterio divino que siempre está más allá de nuestra comprensión completa pero siempre al alcance.

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