La frase "pedid y se os dará" se encuentra en el Evangelio de Mateo, específicamente en Mateo 7:7. Este versículo es parte del Sermón del Monte, una colección de enseñanzas de Jesús que abarca los capítulos 5 al 7 de Mateo. El versículo completo dice: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá." (Mateo 7:7, ESV). Este pasaje es una enseñanza profunda sobre la naturaleza de la oración y el carácter de Dios en respuesta a nuestras oraciones.
En el contexto del Sermón del Monte, Jesús está enseñando a sus discípulos sobre los principios del Reino de los Cielos. El sermón cubre una amplia gama de temas, desde las Bienaventuranzas hasta el Padre Nuestro, y subraya los estándares éticos y espirituales esperados de sus seguidores. En Mateo 7:7, Jesús está enfatizando la importancia de la oración persistente y la seguridad de la respuesta de Dios.
El versículo a menudo se interpreta como un estímulo para que los creyentes se involucren activamente en la oración. El uso de "pedid", "buscad" y "llamad" sugiere una intensidad y persistencia crecientes en la oración. "Pedid" implica una simple solicitud, "buscad" sugiere una búsqueda más profunda, y "llamad" indica perseverancia y determinación. Esta progresión significa que la oración no se trata solo de hacer peticiones, sino que implica una búsqueda sincera y un esfuerzo persistente.
La promesa que sigue—"se os dará; hallaréis; se os abrirá"—revela la naturaleza generosa y amorosa de Dios. Jesús asegura a sus seguidores que Dios está atento a sus necesidades y desea proveer para ellos. Esta seguridad se elabora más en los versículos subsiguientes, donde Jesús explica la naturaleza de Dios como un Padre amoroso: "¿O qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?" (Mateo 7:9-11, ESV).
Esta enseñanza enfatiza que Dios, como nuestro Padre Celestial, sabe dar buenas dádivas a sus hijos. La analogía de un padre proveyendo para su hijo resalta la confianza y seguridad que podemos tener en la provisión de Dios. Reafirma a los creyentes que Dios no es indiferente a sus necesidades y que responde con amor y generosidad.
Sin embargo, es crucial entender que esta promesa no implica que Dios concederá cada petición exactamente como la pedimos. El contexto del Sermón del Monte y las enseñanzas más amplias de las Escrituras sugieren que las respuestas de Dios a la oración están alineadas con su voluntad y propósito. En 1 Juan 5:14-15, encontramos una enseñanza complementaria: "Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho." Este pasaje subraya la importancia de alinear nuestras oraciones con la voluntad de Dios.
Además, el apóstol Santiago proporciona una visión adicional sobre la naturaleza de la oración y las razones por las cuales algunas oraciones pueden no ser respondidas. En Santiago 4:2-3, escribe: "Codiciáis y no tenéis, matáis y ardéis de envidia y no podéis alcanzar, combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites." Esto resalta la importancia de examinar nuestros motivos en la oración. Los deseos egoístas y los motivos impuros pueden obstaculizar nuestras oraciones, y por lo tanto, es esencial acercarse a Dios con un corazón humilde y sincero.
La enseñanza de "pedid y se os dará" también invita a los creyentes a confiar en el tiempo y la sabiduría de Dios. La perspectiva de Dios es infinitamente mayor que la nuestra, y Él sabe lo que es mejor para nosotros en última instancia. Hay momentos en que la respuesta de Dios a nuestras oraciones puede ser "sí", "no" o "espera". Cada respuesta es una expresión de su amor perfecto y sabiduría. A medida que crecemos en nuestra relación con Dios, aprendemos a confiar en su tiempo y su plan para nuestras vidas.
Además de la oración personal, esta enseñanza también tiene implicaciones comunitarias. La instrucción de Jesús de "pedid, buscad y llamad" invita a la comunidad de creyentes a apoyarse mutuamente en oración. En Mateo 18:19-20, Jesús habla sobre el poder de la oración colectiva: "Otra vez os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos." Esto resalta la importancia de orar juntos como comunidad y la seguridad de la presencia de Cristo entre nosotros.
La práctica de la oración persistente no se trata meramente de recibir respuestas, sino también de profundizar nuestra relación con Dios. A través de la oración, alineamos nuestros corazones con el corazón de Dios, aprendemos a depender de Él y crecemos en fe y confianza. El proceso de pedir, buscar y llamar nos transforma, moldeando nuestro carácter y acercándonos más a Dios.
En conclusión, la frase "pedid y se os dará" que se encuentra en Mateo 7:7 es un recordatorio poderoso de la importancia de la oración en la vida de un creyente. Nos anima a acercarnos a Dios con confianza y persistencia, confiando en su amorosa provisión y perfecta sabiduría. Aunque las respuestas de Dios pueden no siempre alinearse con nuestras expectativas, podemos estar seguros de que Él escucha nuestras oraciones y responde de acuerdo con su voluntad y propósito. Al participar en la práctica de la oración, somos invitados a una relación más profunda con nuestro Padre Celestial, quien se deleita en dar buenas dádivas a sus hijos.