La cuestión de cómo los cristianos deben abordar el uso de alcohol y sustancias es tanto significativa como compleja, tocando temas de salud, moralidad y fe personal. Como pastor cristiano no denominacional, mi objetivo es proporcionar una perspectiva que respete la diversidad del pensamiento cristiano mientras se basa en las escrituras bíblicas, la reflexión teológica y la preocupación pastoral.
La Biblia no evita discutir el alcohol y, por extensión, puede ofrecer sabiduría sobre las sustancias en general, aunque se aborda más directamente en el contexto del alcohol. Es crucial comenzar reconociendo que la Biblia no condena universalmente el consumo de alcohol. Por ejemplo, Jesús mismo convirtió el agua en vino en la boda de Caná (Juan 2:1-11), lo que no solo sugiere aprobación del consumo de alcohol, sino que también lo presenta positivamente dentro del contexto de celebración y comunidad.
Sin embargo, las Escrituras también proporcionan severas advertencias sobre los peligros del exceso y la adicción. Proverbios 20:1 dice: "El vino es burlador, la bebida fuerte es alborotadora; y cualquiera que por ellos yerra no es sabio." De manera similar, Efesios 5:18 instruye: "Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu." Estos versículos subrayan el potencial del alcohol para llevar a comportamientos imprudentes y desconexión espiritual.
La libertad cristiana es un tema teológico central relevante para esta discusión. La carta de Pablo a los Corintios aborda la libertad cristiana en asuntos que no están explícitamente prohibidos por las Escrituras, como él afirma en 1 Corintios 6:12: "Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna." Este pasaje destaca una distinción crucial: aunque algo pueda ser permisible, no necesariamente es beneficioso o edificante.
Este principio puede aplicarse al uso del alcohol y, por extensión, a otras sustancias. La libertad que Cristo da no absuelve a los creyentes de la responsabilidad de considerar las consecuencias de sus acciones sobre sí mismos y los demás. El uso de sustancias que lleva a la adicción o al daño contradice el llamado bíblico a la mayordomía del propio cuerpo y mente, como se señala en 1 Corintios 6:19-20, donde Pablo recuerda a los creyentes que sus cuerpos son templos del Espíritu Santo.
Desde una perspectiva pastoral, el enfoque hacia el alcohol y las sustancias debe ser de sabiduría, moderación y consideración por la comunidad en general. Esta perspectiva reconoce la realidad de la adicción y las luchas que muchos enfrentan con las sustancias. Llama a un enfoque compasivo y de apoyo para ayudar a aquellos que están en las garras de la adicción, reflejando el amor y la redención de Cristo.
Las comunidades cristianas deben ser lugares donde las personas que luchan con la adicción puedan encontrar apoyo, no estigma. Gálatas 6:2 anima a los creyentes a "Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo." Esta directiva sugiere una participación activa y empática en las luchas de los demás, incluidas las relacionadas con el uso de sustancias.
En términos prácticos, los cristianos están llamados a ejercer discernimiento y autocontrol en todos los aspectos de la vida, incluido el uso de alcohol y sustancias. Aquí hay varias consideraciones:
Moderación y Autocontrol: Estos frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23) son clave para gestionar el comportamiento de uno con respecto al alcohol y las sustancias potencialmente adictivas. La moderación ayuda a prevenir la posibilidad de adicción y el deterioro del juicio.
Consideración de los Demás: Romanos 14:21 aconseja: "Bueno es no comer carne ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite." Las implicaciones sociales y comunitarias de las elecciones de uno, especialmente en relación con el uso de sustancias, deben ser cuidadosamente consideradas. Lo que puede ser permisible para una persona podría ser un obstáculo para otra.
Contexto Legal y Social: Los cristianos también están llamados a respetar las leyes del país (Romanos 13:1). Esto incluye adherirse a las restricciones legales sobre el uso de sustancias, como los límites de edad y las leyes sobre conducir bajo la influencia.
Buscar Ayuda: Reconocer cuando el uso de alcohol o sustancias se ha vuelto problemático y buscar ayuda es vital. Esto puede incluir consultar con pastores, unirse a grupos de apoyo o buscar asesoramiento profesional. Reconocer la necesidad de ayuda no es un signo de debilidad, sino de sabia mayordomía de la propia vida y testimonio.
Finalmente, los cristianos están llamados a comprometerse reflexivamente con sus contextos culturales. Esto incluye tomar decisiones informadas y oradas sobre el uso de alcohol y sustancias. En una sociedad donde estos problemas son prevalentes, los cristianos tienen la oportunidad de dar testimonio del poder transformador del Evangelio, que ofrece libertad no solo del pecado, sino también de todas las formas de esclavitud, incluida la adicción.
En conclusión, el enfoque cristiano hacia el alcohol y las sustancias debe estar marcado por un equilibrio de libertad y responsabilidad, caracterizado por la moderación, la consideración por los demás y un compromiso activo con el bienestar de la comunidad. Cada decisión debe tomarse a la luz de las Escrituras, bajo la guía del Espíritu Santo y con la responsabilidad de la comunidad cristiana, siempre esforzándose por glorificar a Dios en cuerpo y espíritu.