La lepra, conocida hoy como la enfermedad de Hansen, es una enfermedad infecciosa crónica causada por la bacteria Mycobacterium leprae. En la Biblia, particularmente en el Antiguo Testamento, la lepra se menciona extensamente, especialmente en el libro de Levítico. El tratamiento y la comprensión bíblica de la lepra no solo proporcionan una visión del enfoque de salud pública de los antiguos israelitas, sino también profundas ideas espirituales.
Los capítulos 13 y 14 de Levítico ofrecen la discusión bíblica más completa sobre la lepra. Estos capítulos describen los procesos de diagnóstico, cuarentena y purificación para las personas sospechosas de tener lepra. Los sacerdotes, que eran los líderes espirituales y también actuaban como funcionarios de salud pública, eran responsables de examinar y diagnosticar la enfermedad.
En Levítico 13:1-3, el Señor habla a Moisés y Aarón, diciendo: "Cuando alguien tenga una hinchazón o una erupción o una mancha brillante en la piel que pueda ser una enfermedad de la piel contaminante, debe ser llevado a Aarón el sacerdote o a uno de sus hijos que sea sacerdote. El sacerdote examinará la llaga en la piel, y si el cabello en la llaga se ha vuelto blanco y la llaga parece ser más profunda que la piel, es una enfermedad de la piel contaminante. Cuando el sacerdote examine a esa persona, la declarará ceremonialmente impura".
El examen inicial por parte del sacerdote era crucial. Si los síntomas sugerían lepra, la persona era declarada ceremonialmente impura y colocada en aislamiento durante siete días (Levítico 13:4). Después de este período, el sacerdote volvía a examinar al individuo. Si la condición no se había extendido, se requerían otros siete días de aislamiento (Levítico 13:5). Si la enfermedad progresaba, la persona era declarada impura y debía vivir fuera del campamento para prevenir la propagación de la enfermedad (Levítico 13:46).
Las medidas de aislamiento y cuarentena descritas en Levítico eran notablemente avanzadas para su tiempo. Estas prácticas ayudaban a prevenir la propagación de la lepra dentro de la comunidad y permitían el monitoreo y cuidado de los individuos afectados. El enfoque bíblico de la lepra subraya la importancia de la salud pública y el papel de la comunidad en el cuidado de los enfermos.
Levítico 14 proporciona instrucciones detalladas para la limpieza ceremonial de una persona curada de la lepra. El proceso involucraba una serie de rituales, incluyendo el uso de dos aves vivas, madera de cedro, hilo escarlata e hisopo. El sacerdote mataba una de las aves sobre agua fresca en una vasija de barro, luego sumergía el ave viva, junto con la madera de cedro, el hilo escarlata y el hisopo, en la sangre del ave muerta. El sacerdote luego rociaba la sangre sobre la persona que iba a ser limpiada siete veces y la declaraba limpia. El ave viva era liberada en los campos abiertos (Levítico 14:1-7).
La persona que estaba siendo limpiada también tenía que lavar su ropa, afeitarse todo el cabello y bañarse en agua. Luego se le permitía reingresar al campamento, pero tenía que permanecer fuera de su tienda durante siete días más. En el séptimo día, tenía que afeitarse todo el cabello nuevamente, lavar su ropa y bañarse en agua (Levítico 14:8-9). En el octavo día, la persona debía llevar ofrendas al sacerdote, incluyendo dos corderos machos, una corderita, harina fina mezclada con aceite y un tronco de aceite. El sacerdote hacía expiación por la persona ante el Señor (Levítico 14:10-20).
Estos meticulosos rituales de limpieza no eran meramente sobre la salud física, sino que también tenían un profundo significado espiritual. Las ofrendas y rituales simbolizaban la restauración de la relación del individuo con Dios y la comunidad. El proceso de expiación y purificación destacaba la necesidad de limpieza espiritual y la importancia de la santidad en la vida de los israelitas.
El tratamiento bíblico de la lepra también proporciona una poderosa metáfora del pecado y sus efectos. Así como la lepra causaba separación física de la comunidad, el pecado causa separación espiritual de Dios y de los demás. El aislamiento y la cuarentena de los leprosos pueden verse como una representación de la separación causada por el pecado. Los rituales de limpieza, con su énfasis en la expiación y la restauración, apuntan a la necesidad de limpieza espiritual y reconciliación con Dios.
En el Nuevo Testamento, la lepra continúa teniendo un significado simbólico. La curación de los leprosos por parte de Jesús es un testimonio de su compasión y autoridad divina. En Mateo 8:1-4, un hombre con lepra se acerca a Jesús y se arrodilla ante Él, diciendo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme". Jesús extiende su mano, toca al hombre y dice: "Quiero. ¡Sé limpio!" Inmediatamente, el hombre queda limpio de su lepra. Jesús luego le instruye que se muestre al sacerdote y ofrezca el don que Moisés mandó como testimonio para ellos.
Este relato destaca varios temas importantes. Primero, la disposición de Jesús para tocar al leproso, que era considerado impuro e intocable, demuestra su compasión y la ruptura de las barreras sociales. Segundo, la curación en sí misma es un signo del poder y la autoridad divina de Jesús. Finalmente, la instrucción de Jesús de seguir la ley mosaica mostrándose al sacerdote subraya la continuidad entre el ministerio de Jesús y la ley del Antiguo Testamento.
La historia de los diez leprosos en Lucas 17:11-19 ilustra aún más estos temas. Mientras Jesús viaja por la frontera entre Samaria y Galilea, diez hombres con lepra le gritan: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!" Jesús les dice que vayan a mostrarse a los sacerdotes, y mientras van, son limpiados. Solo uno de ellos, un samaritano, regresa para agradecer a Jesús y alabar a Dios. Jesús elogia la fe del hombre y le dice: "Levántate y vete; tu fe te ha sanado".
Esta narrativa enfatiza la importancia de la gratitud y la fe. La curación física de los leprosos va acompañada de una curación espiritual más profunda para el que regresa a dar gracias. La historia también destaca la inclusividad del ministerio de Jesús, ya que el leproso agradecido es un samaritano, un grupo despreciado por los judíos.
En resumen, el tratamiento bíblico de la lepra ofrece una perspectiva multifacética que abarca la salud física, las medidas de salud pública, el simbolismo espiritual y la compasión divina. Las detalladas leyes en Levítico reflejan una comprensión avanzada del control de enfermedades y la salud comunitaria, al tiempo que señalan verdades espirituales más profundas sobre el pecado, la separación y la necesidad de purificación y expiación. Los relatos del Nuevo Testamento sobre la curación de leprosos por parte de Jesús revelan aún más su compasión, autoridad divina y la inclusividad de su ministerio, enfatizando los temas de fe, gratitud y restauración espiritual.