Las enseñanzas de Jesús sobre los niños en la Biblia son profundas y reflejan su profundo amor y respeto por los pequeños. Las palabras y acciones de Jesús con respecto a los niños proporcionan valiosas ideas sobre su importancia en el Reino de Dios y ofrecen orientación sobre cómo deben ser tratados y cuidados. Como pastor cristiano no denominacional, mi objetivo es ayudarte a entender lo que Jesús dice sobre los niños y cómo sus enseñanzas pueden informar nuestro enfoque de la crianza y la vida comunitaria.
Uno de los pasajes más significativos que destacan la actitud de Jesús hacia los niños se encuentra en el Evangelio de Mateo. En Mateo 18:1-5, los discípulos se acercan a Jesús y le preguntan: "¿Quién, entonces, es el mayor en el reino de los cielos?" Jesús responde llamando a un niño pequeño y colocándolo entre ellos. Él dice: "De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe".
Este pasaje está lleno de significado. En primer lugar, Jesús usa al niño como un ejemplo de la humildad e inocencia necesarias para entrar en el Reino de los Cielos. Los niños, en su forma más pura, encarnan la confianza, la dependencia y la falta de pretensiones. No están cargados por el orgullo o la autosuficiencia que a menudo obstaculizan a los adultos. Al instruir a sus seguidores a volverse como niños, Jesús enfatiza la importancia de la humildad y un corazón abierto a Dios.
En segundo lugar, Jesús destaca el valor de acoger y cuidar a los niños. Cuando dice: "Cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe", está haciendo una declaración profunda sobre el valor y la dignidad inherentes de los niños. En una sociedad donde los niños a menudo eran vistos como menos significativos, Jesús eleva su estatus y enseña que la forma en que tratamos a los más pequeños entre nosotros refleja nuestra relación con Él.
Otro pasaje clave se encuentra en Marcos 10:13-16. La gente traía niños pequeños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos los reprendían. Cuando Jesús vio esto, se indignó. Les dijo: "Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que cualquiera que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él". Y tomó a los niños en sus brazos, puso sus manos sobre ellos y los bendijo.
Este pasaje subraya aún más el profundo afecto de Jesús por los niños y su deseo de que estén cerca de Él. Su indignación ante el intento de los discípulos de impedir que los niños se acercaran a Él muestra su naturaleza protectora y su compromiso de asegurar que los niños sean valorados e incluidos. Al bendecir a los niños, Jesús demuestra que son dignos de su tiempo, atención y amor.
Las enseñanzas de Jesús también se extienden a las responsabilidades de los adultos, particularmente los padres, en la crianza y guía de los niños. En el Sermón del Monte, Jesús enseña sobre la importancia de dar un buen ejemplo. En Mateo 5:14-16, dice: "Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos".
Los padres y cuidadores están llamados a ser la luz para sus hijos, proporcionando orientación, sabiduría y un ejemplo vivo del amor de Cristo. Los niños aprenden no solo a través de la instrucción, sino también observando el comportamiento y las actitudes de los adultos a su alrededor. Por lo tanto, es crucial que los padres encarnen los valores del Reino de Dios, como el amor, la bondad, la paciencia y el perdón.
Además, la Biblia enfatiza la importancia de enseñar a los niños sobre Dios y sus mandamientos. En Deuteronomio 6:6-7, está escrito: "Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes". Esta instrucción del Antiguo Testamento se alinea con las enseñanzas de Jesús y subraya la responsabilidad de los padres de inculcar la fe y los valores morales en sus hijos desde una edad temprana.
El apóstol Pablo también proporciona orientación sobre la crianza en sus cartas. En Efesios 6:4, escribe: "Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina y amonestación del Señor". Este versículo destaca la importancia de criar a los niños con cuidado y paciencia, evitando la dureza o las demandas irrazonables que podrían llevar a la frustración o el resentimiento. En cambio, se anima a los padres a proporcionar un ambiente amoroso y de apoyo donde los niños puedan crecer en su conocimiento y amor por Dios.
Además de estas enseñanzas, es esencial reconocer que el amor de Jesús por los niños es un reflejo del cuidado más amplio de Dios por toda la humanidad. Los niños son un regalo de Dios, y su bienestar es una prioridad a sus ojos. El Salmo 127:3 dice: "He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre". Este versículo nos recuerda que los niños no solo son preciosos, sino también una bendición y una recompensa de Dios. Deben ser apreciados, protegidos y cuidados.
En términos prácticos, aplicar las enseñanzas de Jesús sobre los niños implica varios principios clave. En primer lugar, significa reconocer el valor y la dignidad inherentes de cada niño. Los niños deben ser tratados con respeto, bondad y amor, reflejando la forma en que Jesús los acogió y bendijo. Esto incluye satisfacer sus necesidades físicas, emocionales y espirituales, asegurando que crezcan en un entorno seguro y de apoyo.
En segundo lugar, implica dar un ejemplo positivo. Los padres y cuidadores están llamados a vivir su fe de manera auténtica, demostrando los valores del Reino de Dios en su vida diaria. Esto incluye practicar la humildad, mostrar compasión y encarnar el amor de Cristo en las interacciones con los demás.
En tercer lugar, requiere una enseñanza y discipulado intencionales. Los padres son responsables de enseñar a sus hijos sobre Dios, sus mandamientos y su amor. Esto se puede hacer a través de devociones familiares regulares, oración y conversaciones sobre la fe. También implica alentar a los niños a desarrollar su propia relación con Dios, guiándolos en la oración, el estudio de la Biblia y la participación en la vida de la iglesia.
Por último, significa abogar por el bienestar de todos los niños. Las enseñanzas de Jesús nos llaman a ser defensores de la justicia y la compasión, asegurando que los niños en nuestras comunidades y en todo el mundo sean protegidos, valorados y tengan oportunidades para prosperar. Esto puede implicar apoyar iniciativas que proporcionen educación, atención médica y otros servicios esenciales a los niños necesitados.
En conclusión, las enseñanzas de Jesús sobre los niños son un poderoso recordatorio de su importancia en el Reino de Dios y la responsabilidad de los adultos de criarlos y cuidarlos. Al abrazar la humildad, la inocencia y la confianza ejemplificadas por los niños, podemos acercarnos más a Dios y reflejar su amor en nuestras vidas. Como padres y cuidadores, estamos llamados a ser la luz para nuestros hijos, enseñándoles sobre el amor de Dios y guiándolos en su camino de fe. Al hacerlo, honramos las enseñanzas de Jesús y contribuimos al florecimiento de la próxima generación.