¿Qué dice Jesús sobre dar la bienvenida a los niños?

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Cuando profundizamos en las enseñanzas de Jesús sobre los niños, descubrimos un respeto profundo y tierno que Él tenía por ellos. Este respeto subraya el valor y la importancia de los niños dentro del Reino de Dios y ofrece un modelo de cómo nosotros, como padres y miembros de una comunidad cristiana, debemos abordar la crianza y la acogida de los niños.

Uno de los pasajes más notables donde Jesús habla sobre los niños se encuentra en el Evangelio de Mateo. En Mateo 19:13-15, leemos:

"Entonces le fueron presentados unos niños para que pusiera las manos sobre ellos y orara; pero los discípulos los reprendieron. Jesús dijo: 'Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos.' Y habiendo puesto las manos sobre ellos, se fue de allí."

Este pasaje está lleno de significado. En primer lugar, muestra la disposición de Jesús para interactuar directamente con los niños, bendiciéndolos y afirmando su lugar en Su ministerio. Esto era contracultural en una sociedad donde los niños a menudo eran vistos como menos significativos. Las acciones de Jesús aquí son un mensaje claro de que los niños no solo son bienvenidos, sino que son parte integral de la vida y la comunidad de los creyentes.

Además, la declaración de Jesús de que "el reino de los cielos es de los que son como ellos" eleva a los niños a un estatus que es tanto espiritualmente significativo como ilustrativo. Los niños, en su inocencia, dependencia y humildad, encarnan cualidades que son esenciales para cualquiera que desee entrar en el Reino de los Cielos. Esto se repite en Mateo 18:3-4, donde Jesús dice:

"Y dijo: 'De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos.'"

Aquí, Jesús no solo está hablando de los niños, sino que los está usando como una metáfora para el tipo de fe y humildad que se requiere de todos los creyentes. Esta comparación llama a tener un corazón que sea confiado, humilde y totalmente dependiente de Dios, tal como un niño lo es con su padre.

Además, en el mismo capítulo, Jesús da una severa advertencia sobre hacer tropezar a los niños. Mateo 18:6 dice:

"Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar."

Esta severa admonición subraya la responsabilidad que tienen los adultos en nutrir y proteger la fe y el bienestar de los niños. Enfatiza que llevar a un niño por mal camino o causarle daño es una ofensa grave a los ojos de Dios.

Además de estas enseñanzas directas, la narrativa más amplia de la Biblia apoya el valor y la importancia de los niños. El Salmo 127:3-5 describe a los niños como una herencia y recompensa del Señor:

"He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta."

Este pasaje destaca la bendición que los niños son para una familia y la alegría y fortaleza que traen. Se alinea con las enseñanzas de Jesús al afirmar la visión positiva de los niños dentro de la familia y la comunidad.

Desde un punto de vista práctico, acoger a los niños significa más que solo aceptar su presencia; implica un compromiso activo con su bienestar espiritual, emocional y físico. Los padres y la comunidad cristiana en general están llamados a modelar un comportamiento semejante a Cristo, proporcionar orientación y crear entornos donde los niños puedan crecer en su fe.

La literatura cristiana también proporciona valiosas ideas sobre la perspectiva bíblica de los niños. Por ejemplo, en "El Ministerio de la Maternidad" de Sally Clarkson, la autora explora cómo la crianza puede verse como una forma de ministerio, enfatizando la importancia de criar a los niños de una manera que refleje el amor y las enseñanzas de Jesús. Clarkson escribe:

"Nuestros hijos no solo son nuestro legado, sino también nuestros discípulos. Nuestro hogar es el lugar principal donde podemos modelar el amor de Cristo y enseñar los valores de Su reino."

Esta perspectiva se alinea con las enseñanzas de Jesús al reforzar la idea de que criar a los niños es una responsabilidad divina y una parte significativa de vivir la fe.

Además, C.S. Lewis, en su libro "Los Cuatro Amores", discute el afecto y el cuidado que se debe mostrar a los niños. Subraya la importancia del amor incondicional y el papel que juega en el desarrollo de un niño y en su comprensión del amor de Dios.

En resumen, las enseñanzas de Jesús sobre acoger a los niños son multifacéticas y están profundamente arraigadas en los valores del Reino de los Cielos. Él no solo acogió a los niños, sino que también los usó como ejemplos de la fe y la humildad necesarias para entrar en el Reino de Dios. Sus enseñanzas llaman a un profundo respeto y cuidado por los niños, enfatizando su importancia en la comunidad espiritual. Como padres y miembros de una comunidad cristiana, estamos llamados a crear entornos de crianza que reflejen el amor de Cristo, guiando a los niños en su fe y protegiéndolos del daño. A través de estas acciones, honramos las enseñanzas de Jesús y mantenemos el valor que Él otorgó a acoger a los niños.

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