La Biblia proporciona una visión matizada y completa sobre el tema de someterse a la autoridad, y es un tema que toca tanto los aspectos personales como profesionales de la vida de un cristiano. A medida que exploramos este tema, es esencial considerar la narrativa bíblica más amplia y las enseñanzas específicas que guían la respuesta de un creyente a la autoridad.
Para empezar, el concepto de autoridad está arraigado en la misma naturaleza de Dios. Dios es representado como la autoridad suprema sobre toda la creación, y Su soberanía es un tema recurrente a lo largo de las Escrituras. En Romanos 13:1-2, el apóstol Pablo escribe: "Sométase toda persona a las autoridades gobernantes, porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos." Este pasaje subraya la creencia de que toda autoridad en última instancia se deriva de Dios, y por lo tanto, someterse a las autoridades terrenales es, en cierto sentido, un acto de obediencia a Dios.
Sin embargo, la enseñanza de la Biblia sobre la sumisión a la autoridad no es un llamado a la obediencia ciega. En cambio, es un llamado al discernimiento y la sabiduría. Por ejemplo, en Hechos 5:29, Pedro y los otros apóstoles declaran: "¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres!" Esta declaración destaca un principio crítico: cuando la autoridad humana contradice directamente los mandamientos de Dios, la lealtad última de un cristiano es hacia Dios. Este principio se refleja en las vidas de figuras bíblicas como Daniel, quien continuó orando a Dios a pesar del decreto del rey (Daniel 6), y Sadrac, Mesac y Abed-nego, quienes se negaron a adorar la imagen de oro erigida por el rey Nabucodonosor (Daniel 3).
Además del contexto gubernamental, la Biblia también aborda la sumisión a la autoridad dentro de diversas estructuras relacionales y organizacionales. Por ejemplo, en el contexto de la familia, Efesios 5:22-24 instruye a las esposas a someterse a sus maridos como al Señor, mientras que los maridos son llamados a amar a sus esposas como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella (Efesios 5:25). Esta sumisión mutua es un reflejo del amor sacrificial de Cristo y la unidad de la iglesia. De manera similar, se instruye a los hijos a obedecer a sus padres en el Señor, porque esto es justo (Efesios 6:1).
En el lugar de trabajo, el apóstol Pablo aconseja a los esclavos que obedezcan a sus amos terrenales con respeto y sinceridad de corazón, como lo harían con Cristo (Efesios 6:5-8). Aunque el contexto cultural de la esclavitud es muy diferente del empleo moderno, el principio subyacente de trabajar diligentemente y con respeto bajo la autoridad sigue siendo relevante. Colosenses 3:23-24 enfatiza esto al animar a los creyentes a trabajar de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que recibirán una herencia del Señor como recompensa.
El concepto de sumisión a la autoridad también es evidente dentro de la iglesia. Hebreos 13:17 exhorta a los creyentes a "tener confianza en sus líderes y someterse a su autoridad, porque ellos velan por ustedes como quienes han de rendir cuentas. Háganlo de modo que su trabajo sea un gozo, no una carga, pues eso no sería de provecho para ustedes." Los líderes de la iglesia están encargados del bienestar espiritual de la congregación, y su autoridad debe ser respetada y honrada.
Sin embargo, es crucial reconocer que la sumisión bíblica no se trata de pasividad o subyugación. Más bien, se trata de humildad, respeto y una disposición a servir a los demás. Jesús mismo modeló esta actitud de sumisión y servicio. En Filipenses 2:5-8, Pablo describe cómo Jesús, aunque en su naturaleza era Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a lo que aferrarse. En cambio, se despojó a sí mismo, tomando la naturaleza de siervo, y se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. La vida y el ministerio de Jesús ejemplifican la sumisión última a la voluntad del Padre y el amor sacrificial que debe caracterizar todas las relaciones de autoridad y sumisión.
Además, la Biblia reconoce que aquellos en posiciones de autoridad tienen la responsabilidad de liderar con justicia y rectitud. Los líderes están llamados a ejercer su autoridad con integridad, compasión y un corazón de siervo. En Mateo 20:25-28, Jesús enseña a sus discípulos que la verdadera grandeza en Su reino no se trata de dominar a los demás, sino de servirles. Él dice: "Los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y los que son grandes ejercen autoridad sobre ellos. No será así entre ustedes; sino que el que quiera hacerse grande entre ustedes será su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes será su esclavo; así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos."
En términos prácticos, someterse a la autoridad implica una postura de respeto, cooperación y un compromiso con la paz. Significa reconocer los roles y responsabilidades legítimos de aquellos en autoridad y apoyarlos en sus esfuerzos por liderar de manera efectiva. También significa estar dispuesto a abordar los conflictos y desacuerdos de manera respetuosa y constructiva. Efesios 4:2-3 anima a los creyentes a "ser completamente humildes y amables; ser pacientes, soportándose unos a otros en amor. Hagan todo lo posible por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz."
Además, someterse a la autoridad está estrechamente relacionado con confiar en la soberanía de Dios y Su plan último. Proverbios 21:1 nos recuerda que "el corazón del rey es un río en la mano del Señor; Él lo dirige a donde quiere." Este versículo nos asegura que Dios está en control, incluso cuando no entendemos o no estamos de acuerdo con aquellos en autoridad. Nuestra sumisión es en última instancia una expresión de nuestra confianza en la sabiduría de Dios y Su capacidad para obrar todas las cosas para nuestro bien (Romanos 8:28).
En resumen, la enseñanza de la Biblia sobre someterse a la autoridad es multifacética y está profundamente arraigada en el carácter de Dios y el ejemplo de Jesucristo. Llama a un equilibrio de respeto, discernimiento y un corazón de siervo. Ya sea en el contexto del gobierno, la familia, el lugar de trabajo o la iglesia, se anima a los cristianos a honrar y apoyar a aquellos en autoridad mientras buscan obedecer a Dios por encima de todo. Este enfoque fomenta un espíritu de unidad, paz y respeto mutuo, reflejando el amor y la humildad de Cristo en todas las áreas de la vida.