Amar a tu prójimo es un principio central de la enseñanza cristiana y uno que aparece a lo largo de la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Este principio no es meramente una sugerencia, sino un mandamiento que es fundamental para vivir una vida que sea agradable a Dios. Para entender lo que la Biblia enseña sobre amar a tu prójimo, debemos profundizar en las escrituras, examinando el contexto y las implicaciones de este mandamiento.
El mandamiento de amar a tu prójimo como a ti mismo se encuentra por primera vez en el Antiguo Testamento, en Levítico 19:18: "No busques venganza ni guardes rencor contra nadie de tu pueblo, sino ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor." Este versículo subraya la importancia de tratar a los demás con el mismo cuidado y respeto que deseamos para nosotros mismos. Es un llamado a la empatía, la compasión y el desinterés.
En el Nuevo Testamento, Jesús reitera este mandamiento, elevándolo a una posición de máxima importancia. Cuando un fariseo le pregunta cuál es el mandamiento más grande de la Ley, Jesús responde en Mateo 22:37-40: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primer y más grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Ama a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas." Aquí, Jesús conecta el amor a Dios con el amor al prójimo, indicando que son inseparables y fundamentales para todo el marco moral y ético de la Biblia.
Amar a tu prójimo implica más que solo pensamientos amables o buenos deseos; requiere acciones tangibles. En la Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:25-37), Jesús ilustra lo que significa amar a tu prójimo. En esta parábola, un hombre es golpeado y dejado por muerto al borde del camino. Varias personas pasan sin ofrecer ayuda, pero un samaritano, que habría sido considerado un forastero y enemigo por los judíos, se detiene para ayudar al hombre. Atiende sus heridas, lo lleva a una posada y paga por su cuidado. Jesús concluye la parábola preguntando: "¿Cuál de estos tres crees que fue el prójimo del hombre que cayó en manos de los ladrones?" El experto en la ley responde: "El que tuvo misericordia de él." Jesús entonces le dice: "Ve y haz tú lo mismo."
Esta parábola enseña varias lecciones importantes sobre amar a nuestro prójimo. Primero, muestra que nuestro prójimo no se limita a aquellos que son como nosotros o con quienes tenemos una afinidad natural. Nuestro prójimo incluye a cualquiera que esté en necesidad, sin importar su origen, etnia o estatus social. Segundo, enfatiza que el amor se demuestra a través de la acción. La compasión del samaritano lo movió a actuar, a proporcionar ayuda práctica a alguien en necesidad. Finalmente, destaca la naturaleza sacrificial del amor. El samaritano se desvió de su camino, a costo y riesgo personal, para ayudar al hombre herido.
El apóstol Pablo también enfatiza la importancia de amar a nuestro prójimo en sus cartas. En Gálatas 5:14, escribe: "Porque toda la ley se cumple en este solo mandamiento: Ama a tu prójimo como a ti mismo." De manera similar, en Romanos 13:8-10, Pablo explica que el amor es el cumplimiento de la ley: "No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros, porque el que ama a los demás ha cumplido la ley. Los mandamientos, 'No cometerás adulterio', 'No matarás', 'No robarás', 'No codiciarás', y cualquier otro mandamiento, se resumen en este solo mandamiento: 'Ama a tu prójimo como a ti mismo.' El amor no hace mal al prójimo. Por lo tanto, el amor es el cumplimiento de la ley."
Estos pasajes subrayan que el amor es el principio rector del comportamiento cristiano. Es el lente a través del cual vemos e interactuamos con los demás. El amor es proactivo, buscando el bienestar de los demás y actuando de maneras que promuevan su bien. También es inclusivo, extendiéndose más allá de nuestros círculos inmediatos para abarcar a toda la humanidad.
Amar a tu prójimo también implica perdón y reconciliación. Jesús enseña sobre la necesidad del perdón en las relaciones en Mateo 18:21-22, donde Pedro le pregunta: "Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano o hermana que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?" Jesús responde: "Te digo, no hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces." Esta respuesta indica que el perdón debe ser ilimitado, reflejando la gracia infinita que Dios nos extiende.
El apóstol Pablo repite esta enseñanza en Colosenses 3:13: "Soporten unos a otros y perdónense si alguno tiene una queja contra otro. Perdona como el Señor te perdonó." El perdón no es opcional para los cristianos; es un mandamiento que refleja el perdón de Dios por nuestros pecados. Es un aspecto esencial de amar a nuestro prójimo porque fomenta la reconciliación y la paz.
Además, amar a tu prójimo significa buscar justicia y oponerse a la opresión. Los profetas en el Antiguo Testamento frecuentemente llamaban al pueblo de Israel a cuidar de los marginados y oprimidos. En Miqueas 6:8, el profeta declara sucintamente lo que Dios requiere: "Él te ha mostrado, oh mortal, lo que es bueno. ¿Y qué pide el Señor de ti? Actuar con justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con tu Dios." Actuar con justicia y amar la misericordia son integrales para amar a nuestro prójimo porque implican abogar por los derechos y la dignidad de los demás.
Jesús mismo demostró esto en su ministerio. Se acercó a aquellos que eran marginados por la sociedad, incluidos recaudadores de impuestos, pecadores y enfermos. Mostró compasión por los pobres y habló en contra de las injusticias perpetradas por los líderes religiosos y políticos de su tiempo. Al hacerlo, nos dio un ejemplo a seguir.
En términos prácticos, amar a tu prójimo puede tomar muchas formas. Puede significar ofrecer un oído atento a alguien que está luchando, proporcionar asistencia financiera a los necesitados, ofrecer tu tiempo y habilidades para ayudar a otros, o simplemente mostrar amabilidad y respeto en tus interacciones diarias. También significa ser consciente del impacto de nuestras acciones y elecciones en los demás y esforzarnos por vivir de una manera que promueva el bien común.
Una de las expresiones más profundas de amar a tu prójimo se encuentra en 1 Juan 3:16-18: "Así es como sabemos lo que es el amor: Jesucristo entregó su vida por nosotros. Y nosotros debemos entregar nuestras vidas por nuestros hermanos y hermanas. Si alguien tiene bienes materiales y ve a un hermano o hermana en necesidad pero no tiene compasión de ellos, ¿cómo puede estar el amor de Dios en esa persona? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino con acciones y en verdad." Aquí, el apóstol Juan nos recuerda que el verdadero amor es sacrificial y orientado a la acción. No es suficiente profesar amor con nuestras palabras; debemos demostrarlo a través de nuestras acciones.
En resumen, la Biblia enseña que amar a tu prójimo es un aspecto fundamental de la vida cristiana. Es un mandamiento que abarca empatía, compasión, perdón, justicia y acción sacrificial. Nos llama a mirar más allá de nosotros mismos y de nuestros círculos inmediatos, a ver y responder a las necesidades de los demás. Al amar a nuestro prójimo, reflejamos el amor de Dios y cumplimos la ley que Él nos ha dado. A medida que nos esforzamos por vivir este mandamiento, nos convertimos en instrumentos de la gracia y el amor de Dios en el mundo, trayendo sanación, reconciliación y esperanza a quienes nos rodean.