Las contiendas, como se menciona en la Biblia, se refieren a disputas, desacuerdos o conflictos que surgen entre individuos o grupos. La Biblia aborda extensamente el tema de las contiendas, proporcionando orientación tanto sobre la naturaleza de tales conflictos como sobre los medios por los cuales pueden resolverse. Comprender la perspectiva bíblica sobre las contiendas es crucial para los cristianos que se esfuerzan por vivir en armonía con los demás, ya sea en sus relaciones personales o en entornos profesionales.
El término "contiendas" se deriva de la palabra griega "eris", que significa lucha o disputas. En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea "madon" se usa a menudo para describir conceptos similares. Estos términos abarcan una gama de conflictos, desde desacuerdos menores hasta discusiones acaloradas e incluso disputas violentas.
Uno de los pasajes clave que aborda las contiendas se encuentra en el Libro de Proverbios. Proverbios 17:14 dice: "El comienzo de la contienda es como dejar salir el agua, así que detente antes de que estalle la pelea". Este versículo destaca la importancia de abordar los conflictos temprano antes de que se conviertan en problemas más significativos. Sugiere que las contiendas, como una pequeña fuga, pueden convertirse rápidamente en una inundación si no se manejan de manera oportuna y sabia.
El apóstol Pablo también habla sobre las contiendas en sus cartas a las primeras comunidades cristianas. En 1 Corintios 1:10-11, Pablo escribe: "Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos estéis de acuerdo y que no haya divisiones entre vosotros, sino que estéis unidos en la misma mente y en el mismo juicio. Porque me ha sido informado por los de Cloe que hay contiendas entre vosotros, hermanos míos". Aquí, Pablo enfatiza la necesidad de unidad y la evitación de divisiones dentro de la iglesia. Insta a los creyentes a buscar un terreno común y a resolver sus disputas de una manera que refleje su fe compartida en Cristo.
Santiago, el hermano de Jesús, proporciona más información sobre la naturaleza de las contiendas y sus causas raíz. En Santiago 4:1-2, escribe: "¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis, matáis y ardéis de envidia y no podéis alcanzar, combatís y lucháis, pero no tenéis porque no pedís". Santiago identifica los deseos internos y las necesidades insatisfechas como las fuentes de los conflictos externos. Esta perspectiva anima a los creyentes a examinar sus propios corazones y motivaciones al tratar con disputas.
La Biblia también ofrece consejos prácticos sobre cómo manejar las contiendas de una manera que honre a Dios y promueva la paz. Jesús mismo proporciona un modelo para la resolución de conflictos en Mateo 18:15-17. Él instruye: "Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o dos más, para que por boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los escucha a ellos, dilo a la iglesia. Y si no escucha a la iglesia, tenlo por gentil y publicano". Este pasaje describe un proceso paso a paso para resolver conflictos dentro de la comunidad cristiana, enfatizando la comunicación directa, la participación de testigos imparciales y, si es necesario, el cuerpo eclesiástico en general.
Además de estas instrucciones específicas, la Biblia anima a los creyentes a cultivar actitudes y comportamientos que eviten que surjan contiendas en primer lugar. Efesios 4:2-3 aconseja: "Con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz". Estas virtudes—humildad, mansedumbre, paciencia y amor—son esenciales para fomentar relaciones armoniosas y mitigar posibles conflictos.
Los escritos de teólogos y eruditos cristianos iluminan aún más el enfoque bíblico sobre las contiendas. Por ejemplo, Agustín de Hipona, en su obra "Las Confesiones", reflexiona sobre la importancia de la humildad y la autoexaminación para superar las disputas. Él escribe: "Pero en mi fealdad me sumergí en esas cosas hermosas creadas que tú hiciste. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Esas cosas me mantenían lejos de ti, aunque no eran nada si no estuvieran en ti" (Libro X, Capítulo 27). La introspección de Agustín subraya la necesidad de que los creyentes reconozcan sus propias faltas y busquen la reconciliación con Dios y con los demás.
Tomás de Kempis, en "La Imitación de Cristo", también aborda el tema de las contiendas. Él aconseja: "Esfuérzate por ser paciente al soportar los defectos y debilidades de los demás, sean cuales sean; porque tú también tienes muchas fallas que otros deben soportar" (Libro I, Capítulo 16). Este consejo recuerda a los cristianos la importancia de la paciencia y la empatía en la resolución de conflictos.
En el contexto del desarrollo profesional y personal, los principios bíblicos de resolución de conflictos son altamente relevantes. En el lugar de trabajo, las contiendas pueden surgir de diferencias de opinión, competencia o malentendidos. Aplicar las enseñanzas bíblicas puede ayudar a crear un ambiente más colaborativo y respetuoso. Por ejemplo, practicar la humildad y la escucha activa puede llevar a una mejor comunicación y comprensión entre colegas. Abordar los problemas de manera directa y privada, como instruyó Jesús, puede prevenir el chisme y la discordia adicional.
En las relaciones personales, ya sea con la familia, amigos o dentro de la comunidad eclesiástica, se aplican los mismos principios. Ser rápido para perdonar, lento para enojarse y dispuesto a buscar la reconciliación son claves para mantener relaciones saludables y amorosas. Colosenses 3:13 anima a los creyentes a "soportarse unos a otros y perdonarse si alguno tiene una queja contra otro. Perdonen como el Señor los perdonó a ustedes". Este llamado al perdón es central en la fe cristiana y es esencial para resolver las contiendas.
Además, el énfasis de la Biblia en el amor como la virtud más alta proporciona una base para resolver conflictos. En 1 Corintios 13:4-7, Pablo describe la naturaleza del amor: "El amor es paciente, es bondadoso. No tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece. No hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor. No se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta". Este pasaje sirve como una guía para cómo los cristianos deben abordar los conflictos—con un corazón de amor que busca lo mejor para los demás y se esfuerza por la paz.
En conclusión, las enseñanzas de la Biblia sobre las contiendas proporcionan un marco integral para comprender y resolver conflictos. Al examinar las causas raíz de las disputas, seguir las pautas bíblicas para la resolución y cultivar virtudes como la humildad, la paciencia y el amor, los cristianos pueden navegar los conflictos de una manera que refleje su fe y promueva la armonía. Ya sea en relaciones personales o en entornos profesionales, estos principios son atemporales y universalmente aplicables, ofreciendo un camino hacia la paz y la reconciliación.