¿Qué versículo de la Biblia dice que Dios completará la obra que comenzó en ti?

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El versículo de la Biblia que habla explícitamente sobre Dios completando la obra que ha comenzado en nosotros se encuentra en Filipenses 1:6, que dice: "estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo" (RVR1960). Este versículo es una promesa profunda que resuena profundamente con muchos creyentes, ofreciendo seguridad y esperanza en el camino de la fe.

En el contexto de la vida cristiana, este versículo subraya una verdad esencial sobre la fidelidad de Dios y Su compromiso con nuestro crecimiento espiritual y transformación. El apóstol Pablo, quien escribió la carta a los Filipenses, estaba transmitiendo su profunda confianza en la obra continua de Dios en las vidas de los creyentes en Filipos. Esta seguridad no es solo para los filipenses, sino que se extiende a todos los cristianos, afirmando que la obra de Dios en nosotros es tanto intencional como continua.

Para comprender la profundidad de esta promesa, es crucial entender la naturaleza de la "buena obra" que Dios ha comenzado en nosotros. Esta obra abarca nuestra salvación, santificación y glorificación final. Cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, somos justificados por la fe, lo que marca el comienzo de esta buena obra. La justificación es un término legal que significa que somos declarados justos ante Dios debido a lo que Jesús hizo en la cruz. Este es el paso fundamental en nuestro camino cristiano.

Sin embargo, la obra no se detiene en la justificación. Dios continúa trabajando en nosotros a través del proceso de santificación, que es la transformación continua de nuestro carácter para ser más como Cristo. La santificación implica que el Espíritu Santo trabaje dentro de nosotros para producir los frutos del Espíritu, como amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio (Gálatas 5:22-23). Este proceso es a menudo gradual y puede involucrar pruebas y tribulaciones, pero es un testimonio del compromiso inquebrantable de Dios con nuestra madurez espiritual.

La culminación de esta buena obra se realizará finalmente en nuestra glorificación, que ocurrirá cuando Jesucristo regrese. En ese momento, seremos completamente transformados y conformados a Su imagen, libres del pecado y sus consecuencias. Esta esperanza futura es una fuente de gran aliento para los creyentes, ya que nos asegura que nuestras luchas y esfuerzos en esta vida no son en vano.

La promesa en Filipenses 1:6 también destaca la soberanía de Dios y Su capacidad para llevar a cabo Sus planes. Nos recuerda que nuestro crecimiento espiritual no depende únicamente de nuestros esfuerzos, sino que es principalmente la obra de Dios. Esto no niega nuestra responsabilidad de buscar la santidad y la obediencia, pero nos asegura que Dios es quien nos capacita y nos permite crecer. Como escribe Pablo en Filipenses 2:13, "porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (RVR1960). Este versículo complementa Filipenses 1:6 al enfatizar que Dios está activamente involucrado en moldear nuestros deseos y acciones según Su propósito.

Además, la confianza que Pablo expresa en Filipenses 1:6 está arraigada en su comprensión del carácter de Dios. A lo largo de las Escrituras, vemos numerosos ejemplos de la fidelidad de Dios y Su compromiso con Sus promesas. En el Antiguo Testamento, Dios demostró repetidamente Su fidelidad a la nación de Israel, a pesar de su frecuente desobediencia. Por ejemplo, en Deuteronomio 7:9, Moisés declara: "Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones" (RVR1960). Esta firmeza también es evidente en el Nuevo Testamento, donde Jesús asegura a Sus discípulos Su presencia y apoyo continuos, diciendo: "Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20, RVR1960).

Además de la narrativa bíblica, la literatura y la teología cristianas también han explorado el tema de la fidelidad de Dios en completar Su obra en nosotros. Por ejemplo, en su obra clásica "La búsqueda de Dios", A.W. Tozer escribe sobre la importancia de buscar una relación más profunda con Dios y confiar en Su obra continua en nuestras vidas. Tozer enfatiza que nuestro viaje espiritual es una respuesta a la iniciativa de Dios y que nuestro crecimiento es sostenido en última instancia por Su gracia.

De manera similar, en "Mero Cristianismo", C.S. Lewis discute el poder transformador de la obra de Dios en nuestras vidas. Usa la analogía de una casa siendo renovada para ilustrar cómo Dios no solo repara las partes rotas de nuestras vidas, sino que también nos expande y mejora de maneras que quizás no habíamos imaginado. Lewis escribe: "Imagínate a ti mismo como una casa viviente. Dios entra para reconstruir esa casa. Al principio, tal vez, puedes entender lo que está haciendo. Está arreglando los desagües y deteniendo las goteras en el techo y así sucesivamente; sabías que esos trabajos necesitaban hacerse y por lo tanto no te sorprendes. Pero de repente comienza a derribar la casa de una manera que duele terriblemente y no parece tener sentido. ¿Qué está haciendo? La explicación es que está construyendo una casa completamente diferente de la que pensabas: tirando una nueva ala aquí, poniendo un piso extra allá, levantando torres, haciendo patios. Pensaste que ibas a ser convertido en una cabaña decente: pero Él está construyendo un palacio. Tiene la intención de venir y vivir en él Él mismo".

Esta vívida imagen captura la esencia de Filipenses 1:6, ilustrando que la obra de Dios en nosotros es mucho más completa y transformadora de lo que podríamos percibir inicialmente. También destaca la naturaleza a veces dolorosa pero en última instancia intencional de esta renovación divina.

Al reflexionar sobre Filipenses 1:6 y sus implicaciones para nuestras vidas, es esencial cultivar una postura de confianza y entrega a la obra de Dios. Esto implica reconocer nuestras limitaciones y depender de Su fuerza y sabiduría. También significa ser pacientes con nosotros mismos y con los demás, reconociendo que el crecimiento espiritual es un proceso de toda la vida. El mismo apóstol Pablo reconoció este viaje continuo en su propia vida, escribiendo en Filipenses 3:12-14: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (RVR1960).

En conclusión, Filipenses 1:6 ofrece un poderoso recordatorio del compromiso inquebrantable de Dios con nuestro crecimiento espiritual y transformación. Nos asegura que la buena obra que Él ha comenzado en nosotros será llevada a cabo, no solo por nuestros esfuerzos, sino por Su gracia y fidelidad. A medida que navegamos por los desafíos e incertidumbres de la vida, podemos encontrar consuelo y confianza en esta promesa, sabiendo que Dios está activamente trabajando en nosotros, moldeándonos a la imagen de Su Hijo y preparándonos para el día de Jesucristo.

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