¿Deberían los cristianos decir 'Lo prometo'?

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La cuestión de si los cristianos deben decir "lo prometo" es tanto matizada como profundamente arraigada en los principios bíblicos. Para abordarla adecuadamente, debemos explorar las enseñanzas bíblicas sobre la honestidad, la integridad y la importancia de la palabra de uno. Esta exploración nos ayudará a comprender las implicaciones más amplias de hacer promesas y las expectativas que se imponen a los cristianos en sus interacciones diarias.

La Biblia otorga un gran valor a la veracidad y la integridad. En el Sermón del Monte, Jesús aborda el tema de hacer juramentos, que está estrechamente relacionado con el concepto de hacer promesas. Él dice en Mateo 5:33-37:

"De nuevo, habéis oído que se dijo a los antiguos: 'No jurarás en falso, sino que cumplirás al Señor tus juramentos.' Pero yo os digo: No juréis en absoluto, ni por el cielo, porque es el trono de Dios, ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies, ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Y no juréis por vuestra cabeza, porque no podéis hacer blanco o negro un solo cabello. Que vuestro 'sí' sea 'sí' y vuestro 'no' sea 'no'; cualquier cosa más que esto proviene del mal."

En este pasaje, Jesús enfatiza la importancia de la franqueza y la integridad en el habla. Desalienta la práctica de hacer juramentos o promesas, sugiriendo que la palabra de uno debería ser suficiente. Para los cristianos, esta enseñanza subraya el principio de que la honestidad y la fiabilidad deben ser inherentes a cada palabra hablada. Cuando un cristiano dice "sí", debería ser tan vinculante y confiable como cualquier promesa formal.

Santiago, el hermano de Jesús, reitera esta enseñanza en su epístola. En Santiago 5:12, escribe:

"Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo ni por la tierra ni por ningún otro juramento, sino que vuestro 'sí' sea 'sí' y vuestro 'no' sea 'no', para que no caigáis en condenación."

Santiago hace eco del sentimiento de que los cristianos deben evitar jurar y en su lugar centrarse en ser veraces y confiables en su habla cotidiana. Esta consistencia en el Nuevo Testamento destaca la importancia de la integridad y la evitación de promesas o juramentos innecesarios.

Sin embargo, es esencial considerar el contexto en el que Jesús y Santiago estaban hablando. En su tiempo, los juramentos a menudo se usaban para manipular o engañar. La gente juraba por varias cosas para dar credibilidad a sus palabras, pero esta práctica podía ser fácilmente abusada. Al instruir a sus seguidores a que su "sí" sea "sí" y su "no" sea "no", Jesús y Santiago estaban abogando por un retorno a la comunicación simple y honesta.

En la sociedad contemporánea, la frase "lo prometo" a menudo se usa casualmente y sin el peso de un juramento formal. Puede ser una forma de expresar compromiso o seguridad en situaciones cotidianas. Por ejemplo, un padre podría decirle a su hijo: "Te prometo que iremos al parque mañana", o un amigo podría decir: "Te prometo que te ayudaré a mudarte este fin de semana". En estos contextos, la intención es transmitir sinceridad y fiabilidad.

Desde una perspectiva cristiana no denominacional, la clave no es necesariamente evitar la frase "lo prometo", sino más bien el compromiso de ser veraz y confiable en todas las interacciones. Si un cristiano elige decir "lo prometo", debe ser con la plena intención de honrar ese compromiso. El enfoque debe estar en vivir el principio de integridad que Jesús y Santiago enseñaron, asegurando que la palabra de uno sea siempre confiable.

El contexto bíblico más amplio también apoya este enfoque. A lo largo de las Escrituras, vemos la importancia de mantener la palabra y cumplir los compromisos. En Números 30:2, está escrito:

"Si un hombre hace un voto al Señor, o jura un juramento para obligarse por una promesa, no romperá su palabra. Hará conforme a todo lo que ha salido de su boca."

Este versículo destaca la seriedad de hacer votos o promesas, particularmente ante Dios. Refuerza la idea de que la palabra de uno debe ser vinculante y confiable. De manera similar, en Eclesiastés 5:4-5, leemos:

"Cuando hagas un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque él no se complace en los necios. Cumple lo que prometes. Es mejor que no hagas votos a que hagas votos y no los cumplas."

Estos pasajes del Antiguo Testamento enfatizan la importancia de cumplir las promesas y las posibles consecuencias de no hacerlo. Se alinean con las enseñanzas del Nuevo Testamento sobre la integridad y la honestidad, subrayando el tema bíblico consistente de que la palabra de uno debe ser confiable.

La literatura y las enseñanzas cristianas también reflejan este principio. En su libro "Mero Cristianismo", C.S. Lewis discute la importancia de la honestidad y la integridad en la vida cristiana. Él escribe:

"Un hombre que era meramente un hombre y dijo las cosas que Jesús dijo no sería un gran maestro moral. Sería un lunático—al nivel del hombre que dice que es un huevo escalfado—o sería el Diablo del Infierno. Debes hacer tu elección. O este hombre era, y es, el Hijo de Dios: o un loco o algo peor."

Aunque el punto de Lewis aquí es sobre la divinidad de Jesús, también toca la importancia de la veracidad y la integridad. Las enseñanzas de Jesús sobre la honestidad y la franqueza son centrales en sus enseñanzas morales, y como seguidores de Cristo, los cristianos están llamados a encarnar estos principios en sus vidas.

En términos prácticos, esto significa que los cristianos deben esforzarse por ser personas de palabra. Ya sea que elijan usar la frase "lo prometo" o no, el compromiso subyacente con la veracidad y la fiabilidad debe ser el mismo. Si un cristiano dice "lo prometo", debe ser con la plena intención de cumplir esa promesa, reflejando la integridad que Jesús enseñó.

En resumen, la cuestión de si los cristianos deben decir "lo prometo" se trata en última instancia de los principios bíblicos más amplios de la honestidad y la integridad. Jesús y Santiago enseñaron que los cristianos deben evitar hacer juramentos y en su lugar centrarse en ser veraces y confiables en todo su habla. Esta enseñanza es consistente con el énfasis bíblico más amplio en mantener la palabra y cumplir los compromisos. Aunque la frase "lo prometo" puede usarse en contextos cotidianos para transmitir sinceridad y compromiso, los cristianos siempre deben asegurarse de que su palabra sea confiable, reflejando la integridad que Jesús pidió a sus seguidores.

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