La cuestión de la pornografía es significativa, particularmente en nuestra era moderna, donde el acceso a material explícito es más fácil que nunca. La Biblia, aunque fue escrita en una época mucho antes de la llegada de los medios digitales, proporciona principios atemporales que pueden guiar a los cristianos en la comprensión de las implicaciones éticas y morales de la pornografía.
Para empezar, es esencial reconocer que la Biblia no menciona explícitamente la pornografía tal como la entendemos hoy. Sin embargo, aborda los problemas subyacentes relacionados con la inmoralidad sexual, la lujuria y la santidad de las relaciones humanas, que son directamente relevantes para el tema.
Una de las enseñanzas más directas que se pueden aplicar al tema de la pornografía se encuentra en las palabras de Jesús en el Sermón del Monte. En Mateo 5:27-28, Jesús dice: "Habéis oído que se dijo: 'No cometerás adulterio'. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer con lujuria ya ha cometido adulterio con ella en su corazón". Este pasaje destaca la importancia de la pureza en el pensamiento, no solo en la acción. La pornografía, por su naturaleza, alienta al espectador a involucrarse en pensamientos y fantasías lujuriosas, que Jesús equipara con el adulterio del corazón. Esta enseñanza subraya la idea de que el pecado comienza en la mente y que nuestros pensamientos y deseos son tan importantes como nuestras acciones a los ojos de Dios.
Además, la Biblia enfatiza consistentemente la importancia de la pureza sexual y la santidad del matrimonio. En 1 Corintios 6:18-20, el apóstol Pablo escribe: "Huid de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete están fuera del cuerpo, pero el que peca sexualmente, peca contra su propio cuerpo. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo, que está en vosotros, que habéis recibido de Dios? No sois vuestros; fuisteis comprados por un precio. Por tanto, honrad a Dios con vuestros cuerpos". Este pasaje llama a los cristianos a huir de la inmoralidad sexual, que incluye cualquier cosa que distorsione o abuse del don de la sexualidad fuera del diseño intencionado por Dios. La pornografía es una distorsión de la sexualidad, reduciéndola a una mera mercancía y despojándola del contexto relacional y de pacto intencionado por Dios.
El consumo de pornografía también afecta nuestras relaciones con los demás. A menudo conduce a expectativas poco realistas y puede dañar la intimidad entre los cónyuges. Efesios 5:3-4 aconseja: "Pero entre vosotros no debe haber ni siquiera un indicio de inmoralidad sexual, ni de ninguna clase de impureza, ni de avaricia, porque estas son impropias para el pueblo santo de Dios. Tampoco debe haber obscenidades, conversaciones necias o bromas groseras, que están fuera de lugar, sino más bien acción de gracias". El llamado aquí es a vivir vidas marcadas por la pureza y la gratitud, evitando cualquier cosa que pueda alejarnos de la santidad de Dios. La pornografía, con su impureza inherente, ciertamente cae en esta categoría.
Además, la pornografía puede convertirse en una forma de idolatría. Cuando las personas recurren a ella para obtener consuelo, escape o satisfacción, la están colocando por encima de su relación con Dios. La Biblia advierte contra la idolatría en numerosos lugares, como en Colosenses 3:5, que dice: "Haced morir, pues, lo que pertenece a vuestra naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, lujuria, malos deseos y avaricia, que es idolatría". El peligro de la idolatría es que nos aleja de Dios y nos enfoca en algo que no puede realmente satisfacernos o cumplirnos.
Además de los daños personales y relacionales, la pornografía tiene implicaciones sociales más amplias. A menudo explota y deshumaniza a quienes participan en su producción, contrariamente al llamado bíblico de amar y respetar a todas las personas como hechas a imagen de Dios (Génesis 1:27). La ética cristiana exige que tratemos a los demás con dignidad y amor, buscando justicia y rectitud en todos nuestros tratos.
Para aquellos que luchan con la pornografía, la Biblia ofrece esperanza y un camino hacia la redención. 1 Juan 1:9 nos asegura: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y purificarnos de toda injusticia". El proceso de superar la adicción a la pornografía implica confesión, arrepentimiento y buscar responsabilidad dentro de una comunidad de creyentes. Santiago 5:16 anima: "Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros y orad unos por otros para que seáis sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz".
La literatura cristiana también proporciona valiosas ideas para superar las luchas asociadas con la pornografía. Libros como "La batalla de todo hombre" de Stephen Arterburn y Fred Stoeker, y "La trampa de la pornografía" de Wendy y Larry Maltz, ofrecen orientación práctica y aliento espiritual para aquellos que buscan la libertad del dominio de la pornografía. Estos recursos enfatizan la importancia de renovar la mente, como aconseja Pablo en Romanos 12:2: "No os conforméis al patrón de este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente. Entonces podréis comprobar y aprobar cuál es la voluntad de Dios, su buena, agradable y perfecta voluntad".
En última instancia, la Biblia llama a los cristianos a un estándar de vida más alto, uno que refleje la santidad y el amor de Dios. Esto implica no solo evitar lo que es pecaminoso, sino también perseguir activamente lo que es bueno, puro y verdadero. Filipenses 4:8 proporciona una guía útil: "Finalmente, hermanos y hermanas, todo lo que es verdadero, todo lo que es noble, todo lo que es correcto, todo lo que es puro, todo lo que es amable, todo lo que es admirable, si hay algo excelente o digno de alabanza, pensad en tales cosas". Al enfocarse en estas virtudes, los cristianos pueden cultivar una mentalidad que resista las tentaciones de la pornografía y fomente una relación más profunda con Dios y con los demás.
En resumen, aunque la Biblia no menciona específicamente la pornografía, sus enseñanzas sobre la pureza sexual, la lujuria y la santidad de las relaciones humanas proporcionan una guía clara. La pornografía es inconsistente con el llamado bíblico a la santidad, la pureza y el amor por los demás. Para aquellos que luchan con ella, hay esperanza y sanación a través de la confesión, el arrepentimiento y el poder transformador de la gracia de Dios. El camino hacia la libertad implica un compromiso con la renovación de la mente y vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, apoyado por una comunidad de fe que se anima y se eleva mutuamente.