¿Qué dice la Biblia sobre cómo manejar la infidelidad en el matrimonio?

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La infidelidad en el matrimonio es un problema profundamente doloroso y desafiante que toca el núcleo del pacto matrimonial. Al abordar cómo manejar la infidelidad, la Biblia proporciona tanto principios como orientación específica que pueden ayudar a los creyentes a navegar esta situación desgarradora. Desde la perspectiva de un pastor cristiano no denominacional, es esencial abordar este tema con sensibilidad, compasión y un compromiso con la verdad bíblica.

La Biblia condena inequívocamente el adulterio. En los Diez Mandamientos, Dios ordena: "No cometerás adulterio" (Éxodo 20:14, NVI). El adulterio se considera un pecado grave porque viola el vínculo sagrado del matrimonio, que está destinado a reflejar la relación de pacto entre Cristo y la Iglesia (Efesios 5:25-33). El mismo Jesús enfatizó la seriedad del adulterio en sus enseñanzas, diciendo: "Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón" (Mateo 5:28, NVI). Esto subraya la importancia de la fidelidad no solo en acciones sino también en pensamientos.

Cuando ocurre la infidelidad, la Biblia ofrece orientación sobre cómo responder. Uno de los pasajes más significativos sobre este tema se encuentra en Mateo 19:3-9. Aquí, los fariseos cuestionan a Jesús sobre los motivos del divorcio, y Él responde afirmando la santidad del matrimonio: "¿No habéis leído," respondió, "que al principio el Creador ‘los hizo hombre y mujer,’ y dijo: ‘Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su esposa, y los dos serán una sola carne’? Así que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre" (Mateo 19:4-6, NVI). Jesús reconoce que Moisés permitió el divorcio debido a la dureza de los corazones de las personas, pero enfatiza que no fue así desde el principio. Luego dice: "Os digo que cualquiera que se divorcia de su esposa, excepto por inmoralidad sexual, y se casa con otra mujer, comete adulterio" (Mateo 19:9, NVI).

Este pasaje indica que la inmoralidad sexual, incluido el adulterio, es un motivo legítimo para el divorcio. Sin embargo, es crucial entender que el divorcio no es ordenado ni alentado, sino permitido. El ideal de Dios para el matrimonio es la fidelidad y la unidad de por vida. Por lo tanto, cuando ocurre la infidelidad, el primer paso debe ser buscar la reconciliación y la restauración si es posible.

El proceso de manejar la infidelidad implica varios principios bíblicos clave. Primero, debe haber un arrepentimiento genuino por parte del cónyuge infiel. El arrepentimiento es más que solo sentir pena; implica un alejamiento sincero del pecado y un compromiso con el cambio. Proverbios 28:13 dice: "El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y los abandona hallará misericordia" (NVI). El verdadero arrepentimiento debe ir acompañado de una disposición a ser transparente y responsable.

En segundo lugar, el perdón es esencial. El perdón no significa condonar el pecado o ignorar el dolor causado por la infidelidad. En cambio, es una elección deliberada de liberar al ofensor de la deuda de su maldad. Jesús enseñó a sus discípulos a perdonar, diciendo: "Porque si perdonáis a otros sus ofensas, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial. Pero si no perdonáis a otros sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas" (Mateo 6:14-15, NVI). El perdón puede ser increíblemente difícil, especialmente en el caso de la infidelidad, pero es un paso necesario para la sanación y la reconciliación.

En tercer lugar, ambos cónyuges deben estar dispuestos a trabajar en la reconstrucción de la confianza y la restauración de la relación. Esto a menudo requiere consejería profesional, apoyo pastoral y un compromiso con la comunicación abierta y honesta. Efesios 4:2-3 anima a los creyentes a "Ser completamente humildes y amables; ser pacientes, soportándose unos a otros en amor. Hacer todo lo posible por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz" (NVI). Reconstruir un matrimonio después de la infidelidad es un proceso largo y arduo, pero con la ayuda de Dios, es posible.

También es importante abordar el papel de la comunidad en apoyar a una pareja que enfrenta la infidelidad. La Iglesia está llamada a ser un lugar de gracia y sanación. Gálatas 6:1-2 instruye: "Hermanos y hermanas, si alguien es sorprendido en un pecado, vosotros que vivís por el Espíritu debéis restaurar a esa persona con gentileza. Pero cuidaos a vosotros mismos, o también podéis ser tentados. Llevad los unos las cargas de los otros, y de esta manera cumpliréis la ley de Cristo" (NVI). La comunidad puede proporcionar responsabilidad, aliento y apoyo en oración para la pareja mientras trabajan en las secuelas de la infidelidad.

En algunos casos, a pesar de los esfuerzos por reconciliarse, el matrimonio puede no sobrevivir. Si el cónyuge infiel no se arrepiente o continúa en su infidelidad, el cónyuge fiel puede decidir que el divorcio es la mejor opción. Aunque el divorcio siempre es un último recurso, está permitido en casos de inmoralidad sexual. Es importante que el cónyuge fiel busque la guía de Dios, consejo sabio y apoyo de su comunidad cristiana mientras toma esta difícil decisión.

La literatura cristiana también proporciona valiosas ideas sobre cómo manejar la infidelidad. Por ejemplo, en su libro "El significado del matrimonio," Timothy Keller enfatiza la importancia de entender el matrimonio como un pacto en lugar de un contrato. Un pacto es un compromiso vinculante que refleja el amor y la fidelidad inquebrantables de Dios. Keller escribe: "Ser amado pero no conocido es reconfortante pero superficial. Ser conocido y no amado es nuestro mayor temor. Pero ser completamente conocido y verdaderamente amado es, bueno, mucho como ser amado por Dios. Es lo que necesitamos más que cualquier otra cosa" (Keller, 2011). Esta perspectiva puede ayudar a las parejas a entender la profundidad de su compromiso y la importancia de trabajar hacia la reconciliación.

En conclusión, manejar la infidelidad en el matrimonio es un proceso complejo y doloroso. La Biblia proporciona principios claros para abordar este problema, incluyendo el arrepentimiento, el perdón y la búsqueda de la reconciliación. Aunque el divorcio está permitido en casos de inmoralidad sexual, no es la primera ni la opción preferida. Con la gracia de Dios, el apoyo de la comunidad cristiana y un compromiso con los principios bíblicos, las parejas pueden encontrar sanación y restauración incluso frente a la infidelidad.

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