El diezmo, la práctica de dar una décima parte de los ingresos a la iglesia o a la obra de Dios, es un principio profundamente arraigado en la Biblia. Es un acto de adoración, obediencia y fe, que refleja la confianza de un creyente en la provisión de Dios y su compromiso con Su reino. Los beneficios del diezmo, según la Biblia, son multifacéticos, abarcando aspectos espirituales, materiales y comunitarios.
El concepto del diezmo aparece por primera vez en el Antiguo Testamento. En Génesis 14:18-20, Abram (más tarde Abraham) le da a Melquisedec, el rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, una décima parte de todo lo que tenía. Este acto de dar un diezmo fue una respuesta espontánea de gratitud y reconocimiento de la soberanía de Dios. De manera similar, en Génesis 28:20-22, Jacob promete dar una décima parte de todo lo que recibe de Dios como señal de su compromiso y gratitud.
Uno de los pasajes más citados sobre el diezmo se encuentra en Malaquías 3:10, donde Dios desafía a Su pueblo a traer todo el diezmo al alfolí, prometiendo bendiciones abundantes a cambio: "Traed todo el diezmo al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde." Este pasaje destaca varios beneficios del diezmo:
Provisión y Bendición: Dios promete proveer para aquellos que son fieles en su diezmo. Las "ventanas de los cielos" simbolizan un desbordamiento de bendiciones, que pueden ser tanto materiales como espirituales. Esta provisión no se trata meramente de riqueza, sino que abarca paz, gozo y la seguridad de la presencia y el favor de Dios.
Protección: En Malaquías 3:11, Dios promete además proteger los recursos del diezmador: "Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril." Esta protección asegura que lo que el diezmador tiene será sostenido y no desperdiciado, simbolizando la guardianía de Dios sobre su sustento y bienestar.
Fe y Confianza: El diezmo es una expresión tangible de fe. Requiere que los creyentes confíen en que Dios proveerá para sus necesidades incluso después de dar una parte de sus ingresos. Este acto de confianza profundiza su relación con Dios, fomentando una dependencia en Su provisión en lugar de sus propios recursos. Proverbios 3:9-10 encapsula este principio: "Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto."
Crecimiento Espiritual: El diezmo regular cultiva un corazón generoso y un desapego del materialismo. Jesús enseña en Mateo 6:21, "Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón." Al priorizar el reino de Dios a través del diezmo, los creyentes alinean sus corazones con los propósitos de Dios, creciendo en madurez espiritual y carácter.
Apoyo Comunitario: El diezmo apoya la obra de la iglesia y su misión. En el Antiguo Testamento, los diezmos se usaban para apoyar a los levitas, que eran responsables de los servicios del templo (Números 18:21-24). En el Nuevo Testamento, la iglesia primitiva practicaba el compartir comunitario para satisfacer las necesidades de sus miembros (Hechos 2:44-45). Hoy en día, los diezmos financian las operaciones de la iglesia, ministerios, misiones y programas de alcance, permitiendo que la iglesia sirva efectivamente a su comunidad.
Testimonio y Testificación: El diezmo fiel sirve como testimonio de la fidelidad y provisión de Dios. Cuando los creyentes comparten cómo Dios los ha bendecido a través de su obediencia en el diezmo, anima a otros a confiar en Dios y seguir su ejemplo. Este testimonio colectivo fortalece la comunidad de fe y glorifica a Dios.
Aunque la práctica del diezmo es clara en el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento se enfoca más en los principios de generosidad y dar con alegría. En 2 Corintios 9:6-7, Pablo escribe: "Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre." Este pasaje subraya que el espíritu con el que uno da es crucial. Los beneficios del diezmo se maximizan cuando se hace de manera voluntaria y alegre, en lugar de por obligación.
Además, el diezmo fomenta un sentido de gratitud y contentamiento. Al dar regularmente una parte de sus ingresos, los creyentes son recordados de las bendiciones de Dios y su dependencia en Él. Esta práctica contrarresta la cultura de la avaricia y el consumismo, promoviendo un estilo de vida de simplicidad y agradecimiento.
Además de los beneficios bíblicos, el diezmo tiene ventajas prácticas. Fomenta la disciplina financiera y la mayordomía, enseñando a los creyentes a administrar sus recursos sabiamente. Cuando las personas priorizan el diezmo, es más probable que presupuesten y planifiquen sus finanzas, lo que lleva a una mejor salud y estabilidad financiera.
La literatura cristiana también apoya los beneficios del diezmo. Randy Alcorn, en su libro "El Principio del Tesoro", enfatiza que dar es una inversión en la eternidad. Él escribe: "No puedes llevártelo contigo, pero puedes enviarlo por adelantado." Al diezmar, los creyentes invierten en el reino de Dios, acumulando tesoros en el cielo en lugar de en la tierra (Mateo 6:19-20).
En resumen, los beneficios del diezmo según la Biblia son extensos. Trae provisión y protección de Dios, fortalece la fe y la confianza, promueve el crecimiento espiritual, apoya la misión de la iglesia, sirve como testimonio de la fidelidad de Dios, fomenta la gratitud y el contentamiento, y fomenta la disciplina financiera. Aunque el acto del diezmo en sí es una práctica antigua, sus principios y beneficios siguen siendo relevantes y transformadores para los creyentes hoy en día. A través del diezmo fiel y alegre, los cristianos pueden experimentar las bendiciones abundantes y la relación profundizada con Dios que Él promete.