El don de la exhortación es un regalo poderoso y transformador que a menudo se pasa por alto en los círculos cristianos. La Biblia habla extensamente sobre la importancia y el impacto de la exhortación, tanto como práctica personal como don espiritual. La exhortación, en sus diversas formas, es esencial para edificar el cuerpo de Cristo, fomentar la unidad y ayudar a las personas a perseverar en su fe.
La palabra griega que a menudo se traduce como "exhortación" en el Nuevo Testamento es "paraklesis", que también puede significar exhortación, consuelo o consolación. Esta palabra captura la naturaleza multifacética de la exhortación, que incluye ofrecer apoyo, instar a alguien a seguir un curso de acción y proporcionar consuelo en tiempos de angustia. El apóstol Pablo destaca el don de la exhortación en Romanos 12:6-8, donde lo enumera entre otros dones espirituales:
"Tenemos diferentes dones, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es profetizar, que profetice de acuerdo con su fe; si es servir, que sirva; si es enseñar, que enseñe; si es exhortar, que exhorte; si es dar, que dé generosamente; si es dirigir, que lo haga con diligencia; si es mostrar misericordia, que lo haga con alegría." (Romanos 12:6-8, NVI)
La inclusión de la exhortación por parte de Pablo junto a otros ministerios vitales subraya su importancia en la vida cristiana. La exhortación no es simplemente un complemento agradable; es un elemento crucial para el crecimiento espiritual y la construcción de la comunidad. Aquellos que poseen este don tienen un papel especial en elevar a los demás, ayudándoles a ver la obra de Dios en sus vidas y motivándolos a vivir su fe más plenamente.
Uno de los personajes bíblicos más prominentes asociados con la exhortación es Bernabé, cuyo nombre significa "hijo de exhortación". Bernabé desempeñó un papel significativo en la iglesia primitiva, particularmente en apoyar y abogar por el apóstol Pablo. En Hechos 9:26-27, vemos a Bernabé defendiendo a Pablo cuando los otros discípulos tenían miedo de él:
"Cuando llegó a Jerusalén, trató de unirse a los discípulos, pero todos le tenían miedo, no creyendo que realmente fuera un discípulo. Pero Bernabé lo tomó y lo llevó a los apóstoles. Les contó cómo Saulo, en su viaje, había visto al Señor y que el Señor le había hablado, y cómo en Damasco había predicado valientemente en el nombre de Jesús." (Hechos 9:26-27, NVI)
La exhortación de Bernabé fue fundamental para integrar a Pablo en la comunidad cristiana y afirmar su ministerio. Este ejemplo muestra que la exhortación puede tener efectos de gran alcance, ayudando a las personas a superar obstáculos y encontrar su lugar dentro del cuerpo de Cristo.
La exhortación también es una responsabilidad comunitaria. Hebreos 10:24-25 exhorta a los creyentes a exhortarse mutuamente regularmente, enfatizando la importancia del apoyo mutuo en el camino cristiano:
"Y consideremos cómo podemos estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de reunirnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y tanto más cuanto veis que aquel día se acerca." (Hebreos 10:24-25, NVI)
Este pasaje destaca la naturaleza recíproca de la exhortación. No es solo responsabilidad de aquellos con un don espiritual específico, sino una práctica en la que todos los creyentes están llamados a participar. La exhortación ayuda a cultivar un sentido de comunidad, fomenta el crecimiento espiritual y proporciona la fuerza necesaria para perseverar en la fe.
En términos prácticos, la exhortación puede tomar muchas formas. Puede ser una palabra amable, una nota reflexiva, una oración oportuna o un oído atento. También puede involucrar formas más activas de apoyo, como el mentorazgo, proporcionar recursos o abogar por alguien en necesidad. La clave es estar atento a la guía del Espíritu Santo y estar dispuesto a invertir tiempo y energía en las vidas de los demás.
La literatura cristiana también subraya la importancia de la exhortación. En su libro "Los cinco lenguajes del amor", Gary Chapman identifica "palabras de afirmación" como una de las principales formas en que las personas dan y reciben amor. Este concepto se alinea estrechamente con la comprensión bíblica de la exhortación, ya que enfatiza el poder de las palabras positivas y afirmativas para edificar y fortalecer las relaciones.
Además, Dietrich Bonhoeffer, en su obra clásica "Vida en comunidad", habla de la necesidad de la exhortación mutua dentro de las comunidades cristianas. Él escribe:
"El cristiano necesita a otro cristiano que le hable la Palabra de Dios. Lo necesita una y otra vez cuando se vuelve incierto y desanimado, porque por sí mismo no puede ayudarse sin traicionar la verdad. Necesita a su hermano como portador y proclamador de la palabra divina de salvación." (Bonhoeffer, "Vida en comunidad")
Las ideas de Bonhoeffer nos recuerdan que la exhortación no se trata solo de hacer que las personas se sientan bien; se trata de hablar la verdad de Dios en sus vidas y ayudarlos a ver sus circunstancias desde una perspectiva divina. Este tipo de exhortación puede cambiar vidas, proporcionando esperanza y dirección en tiempos de duda y dificultad.
La exhortación también tiene un profundo impacto en nuestro testimonio al mundo. Jesús dijo en Juan 13:35: "De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros." (NVI) La exhortación es una expresión tangible de amor, y cuando el mundo ve a los cristianos edificándose y apoyándose mutuamente, da testimonio del poder transformador del evangelio.
Además, la exhortación puede ayudar a contrarrestar las influencias negativas y el desánimo que los creyentes a menudo enfrentan en el mundo. En 1 Tesalonicenses 5:11, Pablo insta a la iglesia de Tesalónica: "Por lo tanto, exhórtense y edifíquense unos a otros, tal como de hecho lo están haciendo." (NVI) Este llamado a la exhortación se establece en el contexto de la enseñanza de Pablo sobre el regreso de Cristo y los desafíos que los creyentes enfrentarán en el ínterin. La exhortación ayuda a sostener la fe y la esperanza frente a las pruebas y la oposición.
En conclusión, el don de la exhortación es un aspecto vital y multifacético de la vida cristiana. Implica ofrecer apoyo, consuelo y exhortación, y desempeña un papel crucial en la edificación del cuerpo de Cristo. Ya sea a través de interacciones personales, prácticas comunitarias o ministerios públicos, la exhortación ayuda a fomentar el crecimiento espiritual, la unidad y la perseverancia. A medida que buscamos vivir nuestra fe, seamos conscientes del poder de la exhortación y seamos intencionales en usar este don para bendecir y elevar a los demás.