El tema del diezmo y la actitud del corazón detrás de dar es un aspecto profundamente significativo de la vida cristiana. La Biblia proporciona profundos y multifacéticos conocimientos sobre la naturaleza de dar, enfatizando que no es meramente el acto en sí, sino el corazón detrás del acto lo que importa a Dios. Como pastor cristiano no denominacional, me gustaría explorar este tema a través del lente de las Escrituras, con el objetivo de proporcionar una comprensión holística de cómo nuestros corazones deben alinearse con nuestros actos de dar.
La Biblia enseña que la actitud del corazón detrás de dar es de suma importancia. Este principio es evidente a lo largo de ambos Testamentos, el Antiguo y el Nuevo. Uno de los pasajes fundamentales sobre este tema se encuentra en 2 Corintios 9:7, donde Pablo escribe: "Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre." Este versículo encapsula la esencia de dar en el contexto cristiano. No se trata de la cantidad dada, sino de la actitud con la que se da. Dios valora al dador alegre, alguien que da con alegría y disposición en lugar de por obligación o presión.
El concepto de dar con alegría está arraigado en la comprensión de que todo lo que tenemos es un regalo de Dios. En 1 Crónicas 29:14, el rey David reconoce esta verdad cuando dice: "Pero ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos dar tan generosamente como esto? Todo viene de ti, y solo te hemos dado lo que viene de tu mano." Reconocer que nuestros recursos son, en última instancia, la provisión de Dios fomenta un corazón de gratitud y humildad. Esta gratitud debería desbordarse naturalmente en nuestro dar, convirtiéndolo en un acto de adoración y acción de gracias en lugar de un mero deber.
Jesús mismo abordó la actitud del corazón detrás de dar en sus enseñanzas. En Mateo 6:1-4, advierte contra dar por el reconocimiento público: "Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de otros para ser vistos por ellos. Si lo hacen, no tendrán recompensa de su Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des a los necesitados, no lo anuncies con trompetas, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por otros. Les aseguro que ya han recibido su recompensa en pleno. Pero cuando des a los necesitados, no dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha, para que tu dar sea en secreto. Entonces tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará." Jesús enfatiza que la motivación detrás de nuestro dar no debe ser ganar la aprobación humana, sino honrar a Dios. El acto de dar debe hacerse con humildad y en secreto, reflejando un sincero deseo de servir y bendecir a otros.
Además, la Biblia enseña que dar debe hacerse generosa y sacrificialmente. En la historia de la ofrenda de la viuda en Marcos 12:41-44, Jesús destaca la importancia de dar sacrificialmente. Mientras muchos ricos ponían grandes cantidades de dinero en el tesoro del templo, una viuda pobre puso dos pequeñas monedas de cobre, que valían solo unos pocos centavos. Jesús llamó a sus discípulos y dijo: "Les aseguro que esta viuda pobre ha puesto más en el tesoro que todos los demás. Todos ellos dieron de su riqueza; pero ella, de su pobreza, puso todo lo que tenía para vivir." Esta historia ilustra que el valor de un regalo no se mide por su valor monetario, sino por el nivel de sacrificio y el corazón del dador. El acto de dar de la viuda, aunque pequeño en cantidad, fue inmenso en su naturaleza sacrificial y demostró su completa confianza en la provisión de Dios.
El principio de la generosidad también se destaca en Proverbios 11:24-25: "Uno da libremente, y sin embargo gana aún más; otro retiene indebidamente, pero llega a la pobreza. Una persona generosa prosperará; quien refresca a otros será refrescado." La generosidad se retrata como una virtud que trae bendiciones no solo al receptor, sino también al dador. Esta naturaleza recíproca de la generosidad subraya la idea de que dar es un medio de participar en la economía de gracia y abundancia de Dios.
Además de la generosidad y la alegría, la Biblia también enfatiza la importancia de la intencionalidad y la planificación en el dar. En 1 Corintios 16:2, Pablo instruye a los creyentes: "El primer día de cada semana, cada uno de ustedes debe apartar una suma de dinero de acuerdo con sus ingresos, ahorrándola, para que cuando yo venga no se tengan que hacer colectas." Esta directiva sugiere que dar debe ser una práctica deliberada y regular, reflejando un enfoque disciplinado de la mayordomía. Al apartar una porción de nuestros ingresos para dar, reconocemos el señorío de Dios sobre nuestras finanzas y priorizamos su obra en el reino.
Además, la actitud del corazón detrás de dar está intrínsecamente conectada con el principio del amor. En 1 Juan 3:17-18, leemos: "Si alguien tiene bienes materiales y ve a un hermano o hermana en necesidad pero no tiene compasión de ellos, ¿cómo puede estar el amor de Dios en esa persona? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino con acciones y en verdad." El amor genuino por los demás nos impulsa a actuar generosamente y satisfacer sus necesidades. Nuestro dar debe estar motivado por el amor, reflejando el amor desinteresado de Cristo que se entregó por nosotros.
La iglesia primitiva ejemplificó esta actitud del corazón en su vida comunitaria. Hechos 2:44-45 describe la práctica de los creyentes de compartir sus posesiones: "Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común. Vendían propiedades y posesiones para dar a cualquiera que tuviera necesidad." Esta generosidad radical y el compartir comunitario fueron impulsados por su amor mutuo y su compromiso de vivir las enseñanzas de Jesús. Su ejemplo nos desafía a considerar cómo podemos cultivar un corazón similar de generosidad y cuidado mutuo en nuestras propias comunidades.
Además de las enseñanzas bíblicas, la literatura cristiana también proporciona valiosos conocimientos sobre la actitud del corazón detrás de dar. Por ejemplo, C.S. Lewis, en su libro "Mero Cristianismo," discute la virtud de la caridad. Escribe: "La caridad—dar a los pobres—es una parte esencial de la moralidad cristiana: en la aterradora parábola de las ovejas y los cabritos parece ser el punto en el que todo gira." Lewis enfatiza que la caridad no se trata solo de dar dinero, sino de cultivar un corazón de compasión y generosidad. Desafía a los creyentes a dar no solo de su excedente, sino a dar de una manera que requiera sacrificio, reflejando el amor y el sacrificio de Cristo.
De manera similar, Randy Alcorn, en su libro "El Principio del Tesoro," explora los principios bíblicos de la mayordomía y la generosidad. Afirma: "No puedes llevártelo contigo, pero puedes enviarlo por adelantado." Alcorn anima a los creyentes a ver sus posesiones terrenales como temporales y a invertir en tesoros eternos dando generosamente a la obra de Dios. Subraya la alegría y la satisfacción que provienen de alinear nuestros corazones con los propósitos de Dios y usar nuestros recursos para bendecir a otros.
En conclusión, la Biblia enseña que la actitud del corazón detrás de dar es crucial. Nuestro dar debe caracterizarse por alegría, gratitud, humildad, generosidad, intencionalidad y amor. Debe ser un acto de adoración y una reflexión de nuestra confianza en la provisión de Dios. Al cultivar un corazón de generosidad y alinear nuestro dar con los principios bíblicos, participamos en la obra de Dios de bendecir a otros y avanzar en su reino. Al dar, recordemos las palabras de Jesús en Hechos 20:35: "Es más bienaventurado dar que recibir," y esforcémonos por encarnar el corazón de un dador alegre y generoso.